BLOG DE FRANCESC PUIGCARBÓ - ÚLTIMOS ESCRITOS

RECUERDOS




De la misma manera que ya no hay pajares, han desaparecido muchas de las cosas que llenaban el paisaje de mi infancia: el carro y la mula del “Basta”, que bajando de San Llorenç Savall, cada mañana pasaba delante de casa mientras yo desayunaba, y el Basta dormía, pues la mula ya se sabía el camino de memoria. La 'torna' al buscar el pan en cal “Sisu”, los patines de cuatro ruedas atados a los zapatos, la redonda, si, aquella llanta de bicicleta que con un palo guiábamos con bastante traza, el tumilet y el tráfico magnético. El Sanches los domingos en la Creu Alta, "regaliz tierno", gritaba y caramelos de miel. La moto con sidecar que tenía mi padre; jugar en medio de la calle con los compañeros, la honda para tirarnos piedras en las peleas de barrio contra barrio y a las que sobrevivimos milagrosamente; las rodillas siempre rojas por la 'mercromina'; los cromos del chocolate y también del litines con sus dibujos en el sobre; las chapas; los pastorets en la Parroquia, y rezar el rosario cada tarde por el más de María. La cobla tocando sardanas cada domingo saliendo de misa de doce, el vermut de garrafa, las aceitunas "rellenas" y las patatas "chips", el pan con aceite o con vino y azúcar y la leche de vaca que íbamos a buscar a la vaquería de los padres de Lluis, una vaquería donde años más tarde en la trastienda ensayábamos con los Watusi. Los charlatanes en la calle de Vilarrubies por la feria, y los partidos del Sabadell, donde apenas veía nada rodeado de señores muy altos que fumaban todo el rato mientras mi padre me apretaba fuerte la mano cuando había una jugada de peligro. Sor Pilar y Sor Teresa las monjas paulas de la Casa de la Caridad con sus alerones futuristas. La pista del Arrahona donde jugaba a hockey. El dia que me cagué en un Ministro, o el día en que conocí a Kubala. 
Todos estos recuerdos desvanecidos en el tiempo forman parte de un pasado que ya no volverá. Y cuanto bagage hemos perdido en todos estos años!. Nos estamos haciendo mayores, que no viejos, pero hemos llegado hasta aquí, y este pasado perdido en los recuerdos del tiempo, de un tiempo que todavía es el nuestro, con nosotros un día se marchará, para siempre. Por eso hay que evocarlo, para mantener encendida la llama de los recuerdos, sin melancolía, sin nostalgia, simplemente, recordar por no oblicar.
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