El departamento de Educación de Nueva York, el mayor despliegue escolar público de Estados Unidos, ha prohibido el acceso al sistema llamado ChatGPT, un chatbot o programa computerizado para simular conversaciones con usuarios humanos, especialmente a través de internet. Explican en la vanguardia que este chatbot, controvertida herramienta de IA que se sirve del aprendizaje automático para crear textos realistas, sufre el veto tanto para profesores como alumnos. Según los responsables educativos de la Gran Manzana, causa una relevante preocupación “por razones de seguridad y precisión”, puesto que “incentiva los engaños y la desinformación”.

La prohibición se aplica a dispositivos y redes de internet que pertenecen al departamento de Educación. Las escuelas de forma individual todavía podrán solicitar el acceso al ChatGPT con el propósito específico de estudiar la IA y la educación relacionada con la tecnología”, señaló una portavoz del sistema escolar neoyorquino.

El primer ministro del Reino Unido, Rishi Sunak, quiere obligar a estudiar matemáticas hasta los 18 años debido al deficiente nivel de los estudiantes británicos. Una reciente investigación indica que tener un bajo rendimiento en matemáticas impacta en la productividad del país, conlleva ganar menos sueldo, mayor posibilidad de quedarse en paro y hasta tener peor salud. Ahí es nada.

Mientras Sunak habla de obligar a estudiar matemáticas hasta la mayoría de edad, las autoridades educativas de Nueva York proponen prohibir en las escuelas públicas la utilización de la herramienta ChatGPT, que usa la inteligencia artificial para hacer los deberes, entre otras muchas cosas. Incluso al poderoso Google le tiemblan las piernas por el riesgo de que este robot le desbanque de su posición dominante. La prohibición se argumenta porque, aunque la inteligencia artificial puede hacernos las tareas escolares, “no desarrolla el pensamiento crítico que todo alumno debería adquirir”. Ayer le pregunté al mismo robot qué riesgos tiene su uso y qué opina sobre que quieran prohibirlo. La respuesta es elocuente porque admite que en sus trabajos puede haber “desinformación, propaganda, contenido inapropiado y problemas con la privacidad de los usuarios”. Y advierte: “Es importante aplicar medidas de seguridad y ética adecuadas para garantizar su (mi) uso responsable y evitar posibles problemas. En lugar de prohibir, es importante fomentar la educación y la concienciación sobre el uso ético y responsable de la tecnología”. Quizás porqué los que prohiben la IA són de mentalidad analógica. No acabo de entender esta preocupación para que los jóvenes aprendan matemáticas. Decía Paül Erdos, que cuando un matemático no tuviera suficiente imaginación siempre podía dedicarse a escribir poesía o jugar al ajedrez, considerando que el matemático tenía el máximo estado de conciencia de la capacidad de imaginar y crear de una persona mediante los números. Y Fuster, adirmaba que los matemáticos son una especie de poetas fraudulentos que, de hecho, intentan la única poesía posible.

Y no soy capaz de imaginar a un robot escribiendo poesía, propia, me refiero, siempre será como mucho, la poesía de otro, ergo, o plagio o redundancia.