El pasado año, La Directa destapó el caso de un policía infiltrado en la izquierda independentista. Sus iniciales eran I.J.E.G., pero utilizaba el nombre de Marc Hernàndez Pons. Es lo que constaba en el carné de identidad que la Secretaría de Estado de Seguridad le preparó para que nadie dudara de él. Lo utilizó para matricularse en la Universidad de Barcelona. Se hacía pasar por mallorquín, pero en realidad era de Menorca. Con esta identidad falsa militó en el Sindicato de Estudiantes de los Países Catalanes, en el colectivo Resistimos en el Gòtic y en el Casal Popular Lina Òdena. El Govern consideró entonces que habría cometido delitos de falsedad documental y suplantación de identidad, pero ve y encuentralo cuando ya ha desaparecido del mapa.
Ahora se ha destapado el caso de un segundo policía infiltrado. Se trata de un individuo que también decía ser mallorquín –éste lo era de verdad– y que, como el otro, durante años habría sido infiltrado en grupos antisistema barceloneses, a partir del centro ocupado La Cinétika, de Sant Andreu. Se compró un pañuelo palestino, se puso pendientes, se peinaba el pelo en cresta, vestía camisetas con mensajes antifascistas y contra la policía, y se tatuó a una estrella del caos en la rodilla. El nombre falso que las autoridades policiales le adjudicaron era Daniel Hernàndez Pons.
No es que se hayan dedicado mucho a la hora de elegir nombre y apellidos, y no entiendo el porqué de que ambos fueran de las Baleares. Mientras que aquí se ha organizado un buen sarao con rasgada de vestiduras incluida por la ofensa, hasta el punto de que las 5 señoras que habían estado con el segundo policía le han presentado una demanda, en Madrid, poca o nula importancia le han dado, que de hecho es lo que tiene, poca importancia, con una actuación más digna de la TIA que del CNI, o es posible que vengan a ser más o menos lo mismo ambas organizaciones .
Jaume Asens es quien ha interpuesto la demanda en nombre de las 5 mujeres que se consideran engañadas, pero creo que la demanda tendrá muy poco recorrido. Para empezar, los policías lo tienen muy mal para ligar. Antes, deben comunicar a la señora su estado laboral: "Señora, soy un policía infiltrado, volez vous coucher avec moi"?. Y para terminar, tanto este caso como el anterior algo más serio, forman parte de una guerra sucia que debe entenderse dadas las circunstancias del intento de golpe de Estado del 2017. No se fían nada de la tropa del procés aunque ahora se hayan envuelto con una piel de cordero, pero cuidado que no todos los corderos son blancos, y les hay que dijeron que lo volverían a hacer, aunque ahora estén en Suiza.
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