PRISIONEROS DE LA PANTALLA



Casi un 50% de los adolescentes pasa más de 5 horas conectados a sus móviles los fines de semana. La Organización Mundial de la Salud (OMS) considera que la adicción al Internet se está convirtiendo en un problema de salud pública. David Batalla cursaba quinto de primaria cuando empezó a jugar a través de las pantallas, ni él ni su familia eran conscientes de lo que les esperaba.

A los 15 años, David empezó a sentirse inseguro, el único espacio donde se sentía querido estaba en las redes. "Estaba todo el rato pendiente de que me contestaran los mensajes, competía con los compañeros para ver quién tenía más seguidores. En ese momento esto me daba la autoestima que no tenía, hasta que me convertí en un adicto", afirma el joven .

"Hay una alteración en la toma de decisiones. Hace que las personas vayan a las pantallas a buscar la solución que no encuentran en su día a día", explica Josep Matalí, jefe de psicología en el Hospital Sant Joan de Déu . David lo vivió así: se quedaba hasta altas horas de la madrugada con el móvil y utilizaba las redes sociales para relacionarse y vivir a través de ellas.

El padre de David, Cisco Batalla, relata la adicción de su hijo como un "mundo paralelo donde la familia no está". Durante meses la relación entre hijo y padres fue complicada: "El hecho de que yo retirara una pantalla generaba violencia en casa. No era mi hijo, no le conocía. Era violencia, crueldad, golpes y malestar". Llegados a este punto, los padres de David decidieron llevarlo a terapia.

"Restringimos el acceso a las pantallas desde el principio. Volvimos a aprender cómo utilizar el móvil", explica Ángela Trabal, psicóloga especializada en adicciones. David dejó el móvil de un día para otro y a medida que deconstruía, aprendía y se responsabilizaba de su adicción, iba ganando de nuevo independencia con el móvil.

"Los puentes que parecían rotos han vuelto a construirse. Hemos vuelto a hacer vínculos con la familia", afirma Cisco, mientras el joven sigue su proceso de recuperación de la adicción en las pantallas y le reivindica con orgullo: " El tratamiento me ha enseñado a vivir de nuevo fuera de una pantalla”.


 



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