SEÑALES DE APOCALIPSIS


En una reunión reciente, un amigo al que aprecio y respeto por sus conocimientos tanto técnicos como humanísticos me miró fijamente y me dijo: El tema de la IA es mucho más tremendo de lo que os imagináis. Puede llevar a la extinción de la raza humana. Si una inteligencia superior a la nuestra, y esta lo será, decide que constituimos una amenaza para su existencia, actuará en consecuencia.

¡Caramba!, exclamé. Y tras superar el inicial escalofrío le observé:

–Quizá ocurra como tú dices, pero estábamos avisados. Desde la película de Kubrick 2001 Una odisea del espacio, todos teníamos la percepción de que en algún momento aparecería una inteligencia artificial más lista que nosotros, y quizás agresiva…

Es posible en efecto que lo que viene tenga consecuencias catastróficas, aunque prefiero creer que constituirá un elemento positivo para el avance humano. Y doy por sentada la necesidad de un control público, como expresaba el lunes en estas páginas Francesca Bria a Miquel Molina. Pero lo que me llama la atención es la rapidez con que resurge en nuestra sociedad el espíritu apocalíptico.

La idea de que la humanidad en su conjunto corre peligro es recurrente, desde los terrores medievales del año 1000 hasta el pánico a lo extraterrestre popularizado por H.G. Wells, la alarma nuclear y las infinitas novelas y series distópicas en oferta. Pero las predicciones apocalípticas generan reacciones encontradas. No las podemos tomar al pie de la letra porque la angustia no nos dejaría vivir. Tampoco a broma porque suelen tener una base bastante real.


Liberados del pánico por la covid, nos asalta una nueva inquietud por la humanidad


En la fase crítica de la pandemia (2020-2021), el espíritu apocalíptico se desató. Ahora parece que hemos medio olvidado aquella covid que tanto dolor produjo. Ya liberados, nos amenaza la inteligencia artificial. 

El primer texto apocalíptico, elaborado por Juan, o san Juan, en la isla de Patmos, con su relato simbólico de una gran batalla entre las fuerzas del bien y del mal, acaba de forma esperanzada, con el anuncio de la nueva Jerusalén. A propósito del debate sobre la IA, hace poco otro amigo se quejaba: “¡Qué mundo tan horroroso estamos dejando a nuestros hijos!”.


Le respondí con una frase del pensador José Antonio Marina:


No pienses en qué mundo dejas a tus hijos, sino en qué hijos dejas a tu mundo.



                                                                Sergio Vila-Sanjuán - lavanguardia.com



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