Unos se muestran indignados. A otros muchos, sin embargo, el pintarrajo del mural del Beso les trae sin cuidado. Unos y otros se fotografían igualmente con el mural de Joan Fontcuberta a sus espaldas. Porque no hay testimonio digital de visita alguna a Barcelona que no cuente con una parada en este rincón del Gòtic a pocos metros de la Catedral.
Parejas acarameladas, influencers luciendo el palmito, cualquier turista señalando una de las 4.000 instantáneas que conforman El món neix en cada besada . La última selfie de Barcelona que corre por el mundo a través de las redes sociales es la de un pintarrajo, un gran tag sin terminar. Así se conforman hoy día las imágenes de las ciudades, al margen de las guías oficiales. ¿Cómo creen que se hicieron tan populares las fiestas de los búnkers del Carmel?
Muchos de los nuevos cuestionan la vieja regla grafitera no escrita de no pintar “ni piedras ni iglesias”
El canal Betevé adelantó la gamberrada. Fuentes municipales señalaron luego que la brigada de la contrata de conservación de los monumentos de la ciudad ya está al tanto. “Se emplearán medios manuales, agua y jabón neutro, y si hace falta otra solución se estudiará siempre y cuando no estropee el mural”. Se trata de un tag, de un pintarrajo, de la firma más rústica de este mundillo, pero de un tamaño especialmente grande.
Tan grande que muchos creen que no es más que los primeros trazos de un grafiti que quedó a medio terminar. Pero a la hora de tatuar un muro con letras de colores se acostumbra a pintar primero los fondos, y luego los contornos. Este pintarrajo no es una obra que se quedó a medias. El autor hizo más o menos lo que tenía previsto. Marcar un lugar continuamente fotografiado y colgado para de este modo viajar a través del mundo. De un tiempo a esta parte se lleva cada vez más pintarrajear el patrimonio.
Las fuentes detallan que el Ayuntamiento amplió en un millón de euros la partida destinada durante los años 2022 y 2023 a la limpieza de pintadas en los edificios protegidos y propiedad del Consistorio. “Aunque el contrato es para edificios de titularidad pública –abundan las fuentes– también se está interviniendo en otros de propiedad privada, como los contiguos a la casa Magarola, en la calle Tallers. El impacto de estas limpiezas es muy positivo en toda la calle”. En el 2021, en toda Barcelona, se borraron 115.092 pintadas que ocupaban una superficie de 279.422,51 m2, el año pasado hablamos de 123.742 pintadas y de 300.345,30 m2, y en los cinco primeros meses de este de 47.739 pintadas y de 111.979,93 m2.
De toda la vida los writters , los grafiteros de la vieja escuela, se mostraron reacios a marcar lo que venían a llamar piedras e iglesias –a saber, monumentos y lugares muy antiguos–. Pero poco a poco la búsqueda de notoriedad de las nuevas generaciones de aficionados al aerosol cuestionó esta norma no escrita. De repente la repercusión en las redes sociales cobró más importancia que la obra en sí. Los likes comenzaron a medirlo todo.
Y de este modo en el 2019 Moe x Bcn hizo una de sus primeras pintadas en una de las fachadas del Palau del Lloctinent, en la sede del Archivo de la Corona de Aragón, en la plaza Sant Iu, también en el barrio Gòtic. Moe y su revisión del tabernero de The Simpsons trataba en verdad de seguir la estela de los padres del logo art, del Muelle y el Xupet Negre primero, del Pez y Konair después. Lo que pasa es que esta gente nunca acostumbraron a pintar ni piedras ni iglesias, y tampoco se inspiraron nunca en series de televisión.
Luego las pintadas amanecieron en lugares tan destacados como las iglesias de Santa Maria del Pi y de Santa Maria del Mar. La mayor parte de ellas, tags sin más pretensiones que manchar, como los que estos días marcan la puerta lateral de la del Pi, la de la plaza del Milicià Desconegut. Y no hablamos únicamente de pintaletras. Una de las pintadas más grandes de la de Santa Maria del Mar denunciaba la agresión homófoba que mató a un joven en Galicia.
Habia dos cosas que era incapaz de entender y comprender, el universo okupa i los writters, el primero he llegado a entenderlo, pero el segundo no lo entiendo ni lo comprendo. Lo único que hacen estos vándalos es ensuciar las ciudades o los trenes con sus estúpidos graffittis. A banda estan los artistas grafiteros, pero esta es otra historia, los writters son el lumpen del arte contemporáneo. La autoridad les debería perseguir con más ahínco, sobre todo porque a la mayoría los tienen localizados. - con información de la vanguardia.
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