La sorpresa, el miedo y los recelos aún impregnan el ambiente en la residencia Peñuelas, del grupo Aralia, de Madrid donde, el pasado 11 de abril, una residente murió estrangulada mientras estaba atada a la cama.
El suceso lo adelantó este martes El País y el relato de los hechos índica que los operarios del turno de noche habían comenzado ya la ronda con un mal presagio. En un primer momento, pasadas las 03.00 horas de la madrugada, se encontraron con la víctima, todavía estable, al borde de la cama en el suelo y con "la sujeción abdominal cerca del cuello".
Tras reincorporarla y ajustarla en una posición más natural y cómoda, continuaron con su ronda hasta que, pasadas tres horas, observaron que la paciente volvía a estar descolocada al punto de que la sujeción le estaba oprimiendo el cuello hasta causarle la muerte.
El suceso fue tratado internamente como un accidente fatal que la familia de la víctima había autorizado el uso de sujeciones a instancias del cuadro médico que le recomendó por el estado de salud de la paciente. Y pese a que otros familiares sospecharon de lo ocurrido, no medió ninguna denuncia por lo ocurrido. Lo que, como recoge el citado rotativo, no es tan inhabitual dado que "a menudo se producen un número indeterminado de muertes por sujeciones a las residencias de España, que es considerado el país desarrollado que más abusa de los lazos".
Ligar a una persona, además de vulnerar sus derechos y ser considerado por los geriatras un tipo de maltrato, tiene también sus consecuencias. Como ayer avanzó El País, una mujer murió asfixiada en la residencia Las Peñuelas, en el distrito madrileño de Arganzuela, con la sujeción que la mantenía atada a su cama. Sobre las 3.20 h de la madrugada, según este relato, una auxiliar, en su ronda, comprobó que la mujer se había movido tanto que su cabeza había llegado a la mitad de la cama y la sujeción abdominal estaba cerca del cuello. La reincorporaron y continuaron su trabajo visitando otros dormitorios. Tres horas después volvieron y vieron el cuerpo descolocado de nuevo. Esta vez encontraron que el vínculo le había oprimido el cuello. Ya no respiraba.
“Los atan porque no hay personal suficiente para atenderlos; para el residente es una tortura”, dice Vázquez
No es el primer caso que se conoce. Hace un año, una interna de una residencia de la localidad madrileña de Villa del Prado murió colgada por las correas que la mantenían sujeta a la cama. El suceso ocurrió también por la noche.
“Las sujeciones son un fracaso del sistema. Los atan porque no hay personal suficiente para atenderlos. Cómo ponerles pañales para que hagan sus necesidades frente a la imposibilidad de poder cambiarlos. Para el residente que es consciente de ello es una auténtica tortura”, señala Miguel Vázquez, presidente de la Plataforma por la Dignidad de los Mayores de Residencias (Pladigmare).,
Uno de los episodios más angustiosos de la serie de Filmin 'el colapso' el sexto, es uno de los más duros emocionalmente, dado que está ambientado en una residencia de la tercera edad casi dos meses después de que el sistema se haya desplomado y el suministro de recursos se evapore. Pero, al menos, en la labor del cuidador interpretado por Bastien Ughetto, es necesario encontrar un haz de luz esperanzadora a pesar de las difíciles decisiones que se ve obligados a tomar. Una luz que en el geriátrico de Las Peñuelas se ha apagado.
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