Para alguien que, como yo, aspira a pasar a la posteridad como literato de postín, son importantes los lugares de nacimiento y deceso. En el primer caso, no hay nada que hacer. Uno nace donde nace y no hay forma de alterar ese hecho. En mi caso, el lugar es Barcelona. De forma que en la Wikipedia lo que consta, y constará, es: “Quim Monzó, Barcelona, 1952”.
Siendo eso irreversible, la única manera de resultar creativo es encontrar un buen lugar de defunción. Cuando alguien se muere y la gente no recuerda muy bien quién era, lo primero que hace es buscar su nombre en la Wiki. Si consta que el tal señor nacido en Barcelona ha estirado la pata también en Barcelona, la impresión es, no sé, algo pobre. Como si no hubiera sabido volar más allá de los límites municipales.
Berlín estaría bien. Es una ciudad de nombre sonoro, cargada de historia. Pero también están cargadas de historia Roma o Nápoles y, quizá por previsibles, no me acaban de interesar. Si nos ceñimos a la toponimia italiana, Parma estaría bien. Estoy enamorado de ella desde la primera vez que fui. Pero enseguida habría quien, apremiado, en vez de Parma leería Palma, y no sería lo mismo­.
A la hora de diñarla, escoge una ciudad que te dé prestigio. Vázquez Montalbán acertó con Bangkok. Habiendo nacido en Barcelona, de regreso de un viaje a Australia –adonde había ido a dar conferencias–, mientras esperaba enlazar con otro avión, en el aeropuerto tuvo un paro cardiaco. Por eso, en las enciclopedias, en su entrada consta: “Barcelona, 1939 – Bangkok, 2003”.
De -ok a -ok, Vladivostok quedaría guay. Está en la otra punta de Euroasia, junto a Corea. Molaría. Pero, claro, si haces todo el viaje hasta allí (con el Transiberiano, por ejemplo) y llegas y pasas unas semanas y unos meses y no te mueres, habrá sido un desplazamiento inútil, que no habrá servido para tu objetivo, a no ser que decidas poner tú mismo remedio y amortizar de esta forma los dinerines invertidos en el viaje. Quim Monzó olvida un aspecto, él no és un literato de postín, aunque podía haberlo sido, pero no supo contar bien a todos los cretinos, incluido él, y és una lástima, es aquello de lo que pudo y debia haber sido, y no fue.