El futuro ya está aquí. No hace falta perderse en el universo de series como Black mirror o las clásicas películas de ciencia ficción. La inteligencia artificial ha entrado con muchísima fuerza en nuestras vidas y cada día aparece citada en cualquier contenido de nuestro diario. En este mundo nuevo al que estamos entrando casi sin enterarnos destacan en la vanguardia de hoy la experiencia de la artista Alicia Framis, que convive con un hombre cuyas características físicas y psíquicas son como ella quiere porque es un holograma hecho a su medida. Evidentemente no es lo mismo casarse con una persona de carne y hueso que convivir con un ser irreal, pero seguramente la artista le encontrará muchas ventajas. Entre ellas, apagarlo cuanto más le convenga. La extraña pareja contiene rasgos de familiares, amigos, exnovios y hasta fallecidos próximos a la artista.
No se trata ahora aquí de hacer una reflexión filosófica de lo que ha llevado a Framis a buscar su pareja ideal con IA, sino de llamar la atención sobre el salto cualitativo de las nuevas tecnologías que están haciendo accesibles todas estas innovaciones en la vida cotidiana. Todo va demasiado deprisa y, como siempre sucede, su introducción llega mucho antes de que los gobiernos puedan regularlas. Hace dos años que la Comisión Europea anunció una ley para garantizar el buen funcionamiento de la IA. En este tiempo los avances en este campo han sido tan rápidos que cuesta pensar cómo la UE podrá poner puertas al campo.
En Este mundo capaz de construir un holograma como el de Framis, o un sinfín de nuevas invenciones que nos van a inundar en los próximos años, es el mismo que es incapaz de detener una lacra insufrible como es la violencia contra la mujer. Este año llevamos ya 55 víctimas mortales a manos de sus parejas, el peor dato desde el 2011. Es una grandísima paradoja que tengamos una sociedad tan avanzada y preparada para hacernos una vida cómoda con tantas innovaciones y, al mismo tiempo, no sepamos cómo detener tanta crueldad gratuita contra las mujeres. Detrás del mundo fantástico que nos aporta la IA se esconde un mundo real que llama a la indignación. Y el problema es que las causas son las de siempre, aquí no hay evolución alguna, sólo que ha aumentado la conciencia entre las mujeres que ahora se atreven más a denunciar y por eso hay más agresiones, y eso es algo con lo que no tiene nada que ver la ley del si solo es si, al contrario. El problema és el macho latino, aunque no el único. España está en la parte alta del ranking de feminicidios con 53 asesinatos a manos de parejas o exparejas. Le superan Italia y Austria, con 74 y 54, respectivamente, y Alemania, que registró 122 feminicidios. Lo triste del caso és que poner penas más serias a los feminicidas, no evitaría estos asesinatos, cegados de ira y odio a estas bestias les da igual, solo quieren matar, hacer daño sin que les preocupen las consecuencias. Es como una epidemia desatada contra la que no tenemos vacuna posible.
Dices: "Lo triste del caso és que poner penas más serias a los feminicidas, no evitaría estos asesinatos, cegados de ira y odio a estas bestias les da igual, solo quieren matar, hacer daño sin que les preocupen las consecuencias. " Y creo que es así. Sin embargo las penas pueden esustraer a muchos en su barbarie. Cierto que en los más cargados de ira y odio, los que arrastran sus frustraciones, los incapaces de haber dialogado o tomado medidas pacíficas en su momento y devenidos en miserables viscerales ni las penas duras les paran. De hecho, muchos de ellos tienen previsto su suicidio. Terrible la venganza, que no es nueva en la humanidad, probablemente antes no se computaba la violencia como ahora, pero se sabía de ella. La IA va a comercializar. Muchas gente ya vive desde hace tiempo su virtualidad por mor de las redes.
ResponderEliminarDe hecho, muchos de ellos tienen previsto su suicidio.... dices, pero en pocos casos se da el suicidio, normalmente se queda en intento. Había una página hace 10 años que llevaba la contabilidad de mujeres asesinadas. Y luego estaban Mujeres de Juarez que fueron las primeras en hablar del término feminicidio. Este término sale en la cuarta `parte de 2666 de Roberto Bolaño que sitúa ciudad Juárez en Santa teresa,
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