Philip K. Dick escribió en 1968 la novela 'Sueñan los androides con ovejas eléctricas'?, que fue llevada al cine por Ridley Scott catorce años más tarde con el título de 'Blade runner'. En el filme, la compañía Tyrell Corporation fabricaba robots concebidos para ser "más humanos que los humanos", que se parecían en todo a las personas menos en la posibilidad de desarrollar emociones. Aquellos sueños de Philip K. Dick comienzan a ser una realidad, como explica Kevin Warwick, investigador de la inteligencia artificial, a quien se conoce como Capitán ciborg. El apodo es el resultado de haber sido el primer individuo que se hizo implantar un chip en el antebrazo para controlar el brazo articulado de un robot. Warwick considera que en una década los implantes de chips podrán estimular el cerebro para luchar contra enfermedades como el Parkinson, la epilepsia o la esquizofrenia, pero también para mejorar, por ejemplo, nuestra inteligencia. Escuchar al científico es estimulante, pero, como él mismo reconoce, estos trabajos plantean serios problemas éticos porque esta fusión entre el hombre y el robot (lo planteó así) puede ser utilizada para crear superhombres. Lo que un día fue ciencia ficción hoy es simplemente ciencia..

La inteligencia artificial está cambiando nuestras vidas. Algunos estudios establecen que el 43% de los puestos de trabajo de nuestro país los harán a medio plazo los robots. Incluso en el periodismo están cada vez más presentes. The Washington Post los utilizó para redactar noticias durante los Juegos Olímpicos de Río, con la excusa de que así los redactores podrían dedicarse al análisis y reportaje. El pasado mes de agosto se celebró en Beijing la Conferencia Mundial de Robots 2023 (WRC) con más de 600 productos robóticos de más de 160 empresas nacionales y extranjeras en exhibición, enviando señales optimistas para el sector de la robótica chino. A pesar de este optimismo, la robótica está todavía muy lejos de llegar a ser como los androides de Blade Runner, de momento no tienen emociones y por tanto estado de conciencia y verme si llegamos a tenerlo, lo que sería muy preocupante. Ojalá no evolucionen hasta ese nivel, y se queden solo en una anécdota curiosa. De momento los androides actuales no sueñan con ovejas eléctricas, ni siquiera lo hacen con la oveja Dolly.