La escena ocurre en un lavabo de hombres y es uno de los momentos cumbre de Nueve Reinas , clásico del cine argentino. El filme cuenta la historia de dos estafadores que se conocen por casualidad y se unen para trabajar juntos. Marcos, interpretado por Ricardo Darín, le pregunta a Juan, su socio de embustes (Gastón Pauls), si se acostaría con un hombre. El segundo contesta molesto que no, pero Darín reacciona colocándole un pañuelo de papel delante. “No cogerías con un tipo, pero ¿y si te ofreciera 10.000 dólares? Juan niega de nuevo, pero su compañero de andanzas insiste. “¿Y por veinte mil? Es guita de verdad, toda para vos”. A cada negativa, Darín aumenta la oferta y amontona pañuelos, como si cada uno de los trozos de papel fuera equivalente a miles de dólares. En un momento dado, Darín coge un fajo de pañuelos descomunal. ¿Y por 500.000 dólares? En ese instante, Juan duda y Darín se acerca al oído de su amigo. “¿Te das cuenta? No sobran putos, lo que faltan son financistas”. - Xavier Aldekoa.
Hace un año, el golfista vasco Jon Rahm declaró que él nunca jugó por dinero, sino por “amor a este deporte”. Respondía así a los cantos de sirena de la LIV Golf, la nueva liga impulsada por Arabia Saudí. Rahm, de 29 años y con dos grandes, un Masters y un Open de Estados Unidos, dijo más: Consideró que el formato saudí era fallido –“tres rondas sin cortes no es golf”- y que su estilo de vida no cambiaría “lo más mínimo” si tuviera “400 millones de dólares” más en su cuenta de banco. Sus palabras confirmaron una ley no escrita: si alguien dice que no es por dinero, es por dinero.
El jueves pasado, Rahm posó junto a Greg Norman, consejero delegado de la liga saudí, para firmar un contrato que puede alcanzar los 500 millones de euros entre un ingreso fijo y los derechos de propiedad de su equipo, y que le convertirá en el atleta español mejor pagado de la historia. En la rueda de prensa posterior, el vasco admitió que el talonario fue una de las principales razones del volantazo de su discurso.
Más allá del terremoto que su fichaje supondrá en el PGA Tour, la decisión de Rahm es una ventana al futuro. Tras seducir a estrellas del fútbol ya no tan veteranas, y comprar torneos de automovilismo, pádel, boxeo e incluso deportes de invierno, los petrodólares han llegado para cambiar el horizonte deportivo mundial. No se detendrán aquí porque el dinero jamás se detiene: devora. Ahora parece una quimera, pero probablemente no falta tanto para que los mayores clubs europeos, hartos de no poder competir contra clubs Estado, accedan a transformarse en franquicias de dueños qataríes o saudíes con los bolsillos a rebosar. ¿Un PSG de Riad contra un F.C. Barcelona Doha? Provoca terror imaginarlo.
El problema es que no faltarán financistas.
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