Ubicar o reubicar inmigrantes en pueblos despoblados no es una idea nueva. Muchos pueblos llevan ya años acogiendo inmigrantes, o foráneos, incluso con ayudas en facilitar la vivienda o un lugar de trabajo, en algunos casos para no perder la escuela. En teoría parece una buena idea y una solución para los recién llegados, aunque en la práctica no acaba de funcionar como se supone debería.
Para un municipio de solo 44 empadronados como Senan recibir a tres jóvenes nuevos vecinos no es irrelevante. El desafío es que Andrii Paulenko; su mujer, Liza, y su cuñado Artur, procedentes de Ucrania, echen raíces en este pueblo de la Conca de Barberà al que llegaron en octubre del 2022 y contribuyan así a frenar el despoblamiento rural. Senan es una de las 24 localidades que participó en el plan piloto para asentar a refugiados y migrantes en enclaves de menos de 500 habitantes. La experiencia ha demostrado que en la mayoría de casos con doce meses no es suficiente, que es necesario alargar un año más el programa para ver si estas personas pueden continuar su vida en los denominados micropueblos.
Dieciocho de los 28 inmigrantes y refugiados contratados por 24 ayuntamientos finalizaron el plan piloto y ahora inician una segunda fase, según confirma el Servei d’Ocupació de Catalunya (SOC), que junto con la Associació de Micropobles (AMC) y la Secretaria d’Igualtats de la Generalitat ha impulsado esta iniciativa. El proyecto intenta poner su grano de arena en el reto de favorecer la empleabilidad de este colectivo y a la vez mitigar el despoblamiento.
Andrii Paulenko: “De momento, seguiremos un año aquí, luego, cuando finalice mi contrato, decidiremos”. Andrii, de 27 años y que en Ucrania gestionaba siete cafeterías, seguirá trabajando para el Ayuntamiento de Senan haciendo las tareas propias de un alguacil. Igual que Marilú, madre de dos hijas y un hijo de origen salvadoreño, que se ocupa de la limpieza y de diferentes tareas de mantenimiento en el Ayuntamiento de Ulldemolins (Priorat), y que también ha empezado a cuidar a una persona mayor. La pequeña de la familia, de once años, acude a la escuela local, pero los dos mayores , de 18 y 20, no han tenido las mismas oportunidades en un municipio de 400 habitantes. En esta segunda fase, se prevé corregir los fallos y reforzar el papel de los mentores, los vecinos que junto con los técnicos contratados deben acompañarlos para detectar sus necesidades y sacar el máximo provecho para todos de esta experiencia. “Un año es insuficiente, necesitamos más tiempo para alcanzar los objetivos, en la primera fase se ha promovido la inserción social y en la segunda, la laboral. Paralelamente a su ocupación en los ayuntamientos buscarán trabajo en el mercado ordinario, a la vez que se reforzará su formación. Considero que es un proyecto innovador, hemos conseguido conectar las necesidades de los pueblos con las de los inmigrantes y refugiados”, considera Susana Díaz, subdirectora de Polítiques Actives del SOC.
Una fría mañana de finales de diciembre, Andrii comenta que no quiere hacer planes, que la guerra le ha enseñado a pensar en el presente. Las cosas pueden cambiar radicalmente de un día para otro. De hecho, el pasado viernes amaneció con la noticia de que Rusia había lanzado misiles contra su ciudad, Odessa, donde siguen sus padres y su abuela. “Están bien, cada día hablo con ellos”, comenta en la plaza delante del ayuntamiento. Cuenta que viajó en coche desde Odessa, a orillas del mar Negro, hasta Barcelona con Liza, diseñadora gráfica, y Artur, abogado. “Llegamos el 24 de mayo. Primero la Cruz Roja nos envió a un hotel de Pineda de Mar y luego a otro de Santa Susanna, fue un tiempo difícil para mí pues no hacíamos nada. En octubre del 2022 vinimos aquí, a Senan. Me siento mejor pues estoy más ocupado, barro las calles, arreglo el local social, riego las plantas...”, detalla. Su asignatura pendiente es aprender la lengua, hasta el momento únicamente ha hecho un curso de tres meses de catalán y se siente más cómodo comunicándose en inglés. Aunque al principio le costó adaptarse a la tranquilidad de Senan, ahora valora acostarse sin sobresaltos. Agradece que vecinas como Marta, Roser y Carme Ferrer, la alcaldesa, les hayan acogido tan bien. Su mujer, Liza, trabaja puntualmente en un hotel de L’Espluga de Francolí. Andrii destaca que vivir en Senan les permite ahorrar y que dos o tres veces a la semana se acercan a Tarragona o Salou para ver el mar. “De momento, seguiremos un año aquí, luego, cuando finalice mi contrato, ya veremos”, resume Andrii, que afirma que están deseosos de tener un hijo.
De las 28 personas que participaron en el plan piloto contratados por 24 ayuntamientos, cinco regresaron a su país (Ucrania) entre mayo y septiembre; cuatro han logrado otros trabajos en la misma comarca; otra se ha desplazado a Barcelona para estudiar, y las restantes 18 son las que han iniciado la segunda parte del programa, según los datos facilitados por el SOC. Xavier Camps, responsable del programa por parte de Micropobles, subraya que la mayoría de participantes en esta suerte de prórroga lograrán un empleo en pocos meses, antes de un año. La intención en esta nueva etapa, indican desde el SOC, es “reforzar la formación, a partir de las necesidades detectadas fruto del contacto con el tejido empresarial del territorio, y con un acompañamiento más intenso por parte de los técnicos para su inserción lo antes posible en el mercado ordinario”.
El aprendizaje del catalán y el castellano es uno de los retos para que tengan más oportunidades, tal como el propio Andrii apunta. El SOC destaca que de los 18 participantes actuales, en Almatret, Aspa, Baix Pallars, Bellaguarda, Ciutadilla, La Sentiu de Sió, Llardecans, Talarn, Torrebesses, Les Piles, Senan, Garidells, Ulldemolins, Freginals, La Torre de Fontaubella, Ordis y Pujalt, diez tienen hijos que están escolarizados en las respectivas zonas. - Rosa María Bosch en lavanguardia.com
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