No importa cuál sea la campaña, en todas las campañas electorales aparte dedarle leña al mono catalán, los políticos, tienen siempre alguna propuesta o medida estrella con la que pretenden decantar el voto hacia ellos, Después vienen las demás promesas menores siempre sobre temas recurrentes que preocupan a los ciudadanos, promesas unas y otras que se olvidan en la que se ha gana las elecciones.
Decía el viejo profesor Enrique Tierno Galvan, que las promesas electorales estaban hechas para ganar las elecciones, no para ser cumplidas, y ya se ve que así ha sido hasta ahora en todas las campañas que se hacen y se deshacen. Hay una anécdota muy ilustrativa en campaña electoral atribuida a Santiago Rusiñol: Estaba en un pueblo de Lleida dando un mitin y en el ardor de las promesas ante el auditorio les prometió: Si ganamos las elecciones os haremos un puente!. Entonces alguien de los asistentes le dijo: ¡escuche!, que aquí no tenemos río. Y Rusiñol o el político que fuera sin inmutarse contestó: ¡Pues también os pondremos un río!, y se quedó tan ancho. Posiblemente, sea una leyenda urbana o rural en este caso, o quizá sea cierta, que nunca se sabe, pero nos enseña que durante las campañas electorales se promete el oro y el moro con total impunidad y convencimiento de que no se podrá llevar a cabo lo que se está prometiendo.
Se había propuesto hace un tiempo (creo era el publicista Quim Llorente) que quizá debería crearse un tribunal que controlara las promesas electorales, de modo que al cabo de un año de Gobierno, programa electoral en mano, este Tribunal comprobara si lo que se había prometido en campaña se había cumplido y en caso de no ser así se inhabilitara este Gobierno y se volvieran a convocar elecciones, y así sucesivamente hasta que en primer lugar, en campaña prometieran cosas razonables y posibles lograr, y no hicieran volar tantas palomas que engatusan ya la vez desencantan a la gente. Puede sonar a utópico o algo descabellado, pero la propuesta habría que tenerla en cuenta.