OTOÑO EN NUEVA YORK


En el programa 59 segundos, de TVE, al ministro Óscar Puente le preguntaron cómo conseguía levantarse como una moto, dispuesto a enviar tuits implacables y a dar entrevistas inclementes. Con ironía respondió que de pequeño se había caído en la marmita de la poción mágica, como Obélix. Puente es el látigo de la oposición desde el día de la investidura fallida de Alberto Núñez Feijóo. El PP ha creado su propio castigo de herejes en la figura de Miguel Tellado. Sería interesante ponerlos cara a cara en un debate televisado para que sacaran toda su carga de testosterona. Y de mala leche.

El presidente Pedro Sánchez y el ministro Óscar Puente  Sergio Pérez/Efe - Marius Carol - lavanguardia.

Puente ha empezado la semana con un mensaje en la red X, que esta vez tiene su gracia y no ofende. O no debería. Ha sido a raíz de que se haya sabido que la actriz Anne Hathaway hará entrega de un premio a Pedro Sánchez durante su estancia en Nueva York por su compromiso con la igualdad de género y su lucha en los avances del movimiento feminista. El galardón está avalado por la organización He for She, que depende de las Naciones Unidas y con la que tiene un compromiso la protagonista de Interstellar. Puente colgó por la mañana un tuit donde decía: “Dios mío. Esto no sé si lo va a superar Feijóo. Anne Hathaway dando un premio a Pedro Sánchez”.

Bromas aparte, el presidente del Gobierno mantiene una apretada agenda internacional. En Nueva York tiene previstos encuentros con el secretario general de la ONU, el canciller alemán y el presidente brasileño. Se pueden discutir muchas cosas a Sánchez, pero no su capacidad de trabajo. Por cierto, en Interstellar hay una conversación entre el protagonista y el robot Tars, en la que este le pregunta cuál es su tasa de honestidad. Y Cooper responde que el 90%. Al robot le extraña que no diga el 100% y este le replica: “La honestidad absoluta no siempre es la manera más diplomática ni la forma más segura de comunicación con seres sintientes”. Sería oportuno un debate entre Sánchez y Feijóo sobre hasta dónde les alcanza su honestidad, aunque solo fuera para tenernos situados.

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