KAMALA, ARMADA Y PELIGROSA

Una tercera parte de los estadounidenses tiene al menos un arma en casa para su protección personal, un derecho protegido por la Segunda Enmienda de la Constitución que muy pocos ponen en cuestión. El debate, siempre vivo en un país donde regularmente se producen matanzas por tiradores desequilibrados, gira en torno a la necesidad de imponer controles más estrictos y prohibir determinados tipos de armas, como los fusiles de asalto. La vicepresidenta y candidata demócrata a la Casa Blanca, Kamala Harris, es partidaria de más restricciones, pero defiende el derecho a poseer un arma. Lo defiende... y la tiene.

En una entrevista esta semana con la televisiva Oprah Winfrey, Harris confirmó que tiene un arma para su defensa personal en su casa de California, algo que ya había admitido en el 2019. Pero esta vez fue más allá y, en tono distendido, dijo: “Si alguien entra en mi casa, le disparo”. Ante la sorpresa de su interlocutora, Harris añadió riendo: “Probablemente no debería haber dicho eso. Pero mi personal ya se ocupará más tarde”.

Más claro imposible. A menudo confundimos la sinceridad con el cinismo, y conviene reivindicar el cinismo, en el fondo aquello que denominamos cinismo no es sino el antídoto de la hipocresia. La figura opuesta al cínico, no es el virtuoso, ni tan solo el puritano, es el fariseo.

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