Manuel Sans Segarra no es un médico new age, ha desarrollado la mayor parte de su carrera en el hospital Universitario de Bellvitge, plenamente comprometido con el método científico. Pero lo que le contó un paciente que se recuperó de un estado de muerte clínica le llevó a investigar a fondo las experiencias cercanas a la muerte (ECM) desde una perspectiva científica; lo explica en su libro La Supraconciencia existe. Vida después de la vida (Planeta), que ha escrito con la colaboración del periodista Juan Carlos Cebrián. Después de investigar los miles de casos registrados y comprobados de ECM, nos ofrece una nueva comprensión de la vida después de la muerte. La conciencia pasa a convertirse en supraconciencia, es decir, la conciencia que existe más allá de la mente y el cuerpo físico. "El gran salto es confiar en la vida". Ima Sanchis le ha entrevistado en la vanguardia.

Usted era cirujano en el hospital Universitario de Bellvitge.

Como médico mi formación estaba fundamentada en el método científico, cartesiano y newtoniano, en el que definimos la muerte como el fin de nuestra existencia, y esto es lo que enseñaba a mis alumnos.

¿Por qué habla en pasado?

Por lo que me ocurrió tratando algunos pacientes diagnosticados de muerte clínica, es decir, que están en paro cardíaco, paro respiratorio, sin reflejos y sin actividad mental.

Muertos.

Sí, pero les reanimamos, y algunos me contaron una serie de vivencias increíbles coincidiendo con el tiempo en el que estaban clínicamente muertos.

¿Ya conocía las experiencias cercanas a la muerte (ECM)?

Tenía 40 años y no conocía este fenómeno, pero mi inquietud investigadora me hizo estudiar toda la amplísima bibliografía mundial y pude comprobar que su incidencia es extraordinariamente elevada.

¿Y es una experiencia similar para todos?

Sí, las características se repiten en los distintos casos. Su experiencia tiene una estructuración lógica, y se recuerdan con todo tipo de detalles del fenómeno.

¿Qué es lo que más le sorprende?

Que esa experiencia cambia su vida para siempre: de hecho, el 75% de los pacientes que han vivido un ECM se divorcian al cambiar su concepción existencial.

¿Qué cambios experimentan?

Pierden el miedo a la muerte, que es nuestra identidad materialista, la expresión del ego son más felices, y entienden que su auténtica identidad no desaparece con la muerte.

¿Con conciencia o sin conciencia?

La conciencia neuronal desaparece, pero la supraconciencia, que es la que vivencian en el momento en que están clínicamente muertos, aflora. Cuando la persona muere, su conciencia pasa a otra dimensión, que es la supraconciencia.

Defíname supraconciencia.

Tal y como afirma la física teórica, todo es energía. Nosotros vivimos en un plano energético tridimensional, pero en el momento en que morimos nuestra conciencia se mueve en otra dimensión energética con otras características.

¿Cómo es esa otra dimensión?

En primer lugar, es eterna. En física teórica, como demostraron Einstein y Stephen Hawking, el tiempo no es lineal, sino circular. Esto significa que en esta dimensión la eternidad está siempre presente.

¿En segundo lugar?

Existe una conciencia primera que llamamos Dios y que se puede demostrar científicamente estudiando las partículas subatómicas en los aceleradores de partículas.

¿Una conciencia primigenia, un origen?

Sí, y sumado al concepto fractal que afirma que todo está formado por múltiples partes y que cada una tiene las propiedades del todo, determina que nuestra conciencia tiene las propiedades de esa conciencia primera: la eternidad y la omnisciencia.

¿Nuestra conciencia lo sabe todo?

Esto es la intuición, una forma de precognición. Las personas que han tenido una ECM se vuelven muy intuitivas.

Hablamos de la experiencia de la ECM.

Tras certificar la muerte clínica, la persona siente cómo despega hacia un plan superior, ve su propio cuerpo extendido sobre la camilla del hospital; tiene encuentros con seres de luz o entidades espirituales. Algunas personas describen encuentros con seres queridos ya fallecidos.

La medicina convencional dice que el cerebro provoca estas manifestaciones.

Sí, y las califica de alucinaciones, pero las alucinaciones carecen de una estructuración lógica, son absurdas, al contrario de las ECM.

¿Qué dicen los neurólogos?

Les pregunté cómo se explicaban que muchas personas que han vivido una ECM sean capaces de describir lo que vieron y escucharon estando clínicamente muertos, atravesar estructuras sólidas y escuchar y ver más allá del quirófano lo que está sucediendo.

¿Hay muchos casos?

Miles de casos registrados y comprobados, incluso hay pacientes que te describen lo que está ocurriendo en las antípodas, es decir, que existe una transferencia de información independiente del espacio y del tiempo.

¿Qué le dijeron los neurólogos?

Que no tenía explicación, cómo puede que una persona muerta pueda explicar después lo que está pasando a distancia.

¿Nada sabemos?

Existe un gran paralelismo con muchos fenómenos de la física cuántica que ofrece una visión del universo que va más allá de lo que podemos percibir con nuestros sentidos. Fenómenos como la superposición y el entrelazamiento cuánticos podrían proporcionar una explicación para algunas de las experiencias reportadas en las ECM.


Las reflexiones del Doctor. Manuel Sans, no me suenan a extrañas, de hecho abunda en una teoría, una vieja teoría de la que los humanos somos simples okupas de nuestros cuerpos, pero que un día cuando estamos preparados (o eso pensaba Hitler), seremos por qué fuimos creados: energía en estado puro. De hecho Kubrick en 2001 ya lo insinuaba. ABANS QUAN ÈREM ENERGÍA.