Avanzo con mi drama particular por el subterráneo de la estación de Recoletos, cuando un tipo me intercepta. Hola, dice con una familiaridad rara que me hace reducir la marcha, no me detengo del todo. Cuatro Caminos línea 2, dice. Lo miro un segundo, busco en el fondo de sus ojos una pista, o una chispa de violencia, pero sólo encuentro desorientación. A Cuatro Caminos tienes que ir en metro, esto es una estación de tren. El hombre no ha entendido nada. Français?, dice. Parle-tu français? , digo. Pero él niega con la cabeza, algo entristecido. Quizás tenía el sueño de saber hablar francés, y en realidad no. Mejor, yo tampoco lo hablo.
Cuatro Caminos, línea 2, insiste. No logro explicarle por señas que tiene que salir de este subterráneo para ir a una boca de metro, dos calles más allá. Pruebo con distintos movimientos de manos, dedos, cara, cuello. Y nada. Intuyo que habla árabe. Justo en árabe yo ya no sé decir ni los buenos días, se me ha olvidado. Quizás él olvidó el francés. Lo único que consigo decirle con las manos es que me siga. La boca de metro me pilla de paso.
Caminamos. De vez en cuando decimos Cuatro Caminos para confirmar que sabemos lo que hacemos. Llegamos a las escaleras de salida, hay que subir un buen trecho y, como responsable de la marcha, opto sin sentido por no usar las mecánicas. Como si fuesen parte culpable de algunos males del mundo, a su manera. Salimos a la calle medio asfixiados, no estábamos tan en forma. El sol parece deslumbrarlo. Lo miro a los ojos por segunda vez. Abdul, dice, y me siento obligada a decir mi nombre. No consigo averiguar por señas de dónde viene, qué hay en Cuatro Caminos ni nada. Movemos los brazos, hacemos muecas en vacío.
Cuatro Caminos, chambre, dice de pronto. No sé cómo preguntarle si, una vez en Cuatro Caminos, sabrá encontrar esa habitación. Lo imagino dando vueltas por la glorieta diciendo chambre. Cuando lo dejo en el andén de la línea 2, y le encargo a una señora voluntaria que lo baje en la estación correcta, el hombre me da un beso en la frente que no evito a tiempo. Ahí te lo dejo, le digo a la señora.
Después compruebo que en Cuatro Caminos está la Comisión Española de Ayuda al Refugiado, en la séptima planta de uno de los edificios, ahora mismo, más importantes del mundo. - Clara Sanchís.
Ponerse en la piel de una persona perdida así y en un lugar y acaso tiempo diferente al suyo es un imposible. Y nos quejamos nosotros de que las rodalies y otras historias no funcionan bien. Que no nos veamos como Abdul.
ResponderEliminarTodo a su tiempo. Al Paso que vamos.
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