Si se busca brain rot en TikTok aparecen autodenominados “expertos en jerga digital” explicando el concepto –y, cómo se trata de Tik Tok, la red social en la que el contenido se disocia de la imagen, a menudo lo explican mientras se maquillan en un coche, por ejemplo, o hacen cualquier otra opción– pero sobre todo aparece contenido ya diseñado para ser tan atractivo como repelente, por ejemplo, un vídeo musical ilustrado con un pájaro con testículos o una vaca con pies humanos.
Aunque es un concepto desquiciadamente contemporáneo, se acuñó mucho antes de que existiera internet. El primero en usar el sintagma “podredumbre digital” fue Henry David Thoureau en Walden, en 1854, donde hacía una metáfora con las patatas: igual que Inglaterra se preocupa de solucionar el podrido de las patatas, ¿no deberíamos de preocuparnos del podrido de los cerebros? En los últimos años, sin embargo, la idea se ha trasladado casi exclusivamente al ámbito digital y el uso del término se disparó un 230% en el último año, según Oxford University Press, tanto en el periodismo generalista como en la conversación en redes. “En 2024 podredumbre digital describe tanto la causa como el efecto del contenido de baja calidad y bajo valor en internet”, concluyen.