“En la inmensa fosa común de los días irrelevantes, enterrados en masa en un lugar desconocido, sin ninguna lápida y ninguna inscripción, donde están revueltos los cadáveres de los miércoles y los domingos, los marzos y los octubres, de repente destaca el mausoleo de un día que acertamos a nombrar, y al que nos pasamos volviendo para poner flores. La mayoría de esos mausoleos están levantados sobre los restos de un día de viaje o de excursión, en que amamos y en que fuimos amados.
Medimos con precisión la longitud de nuestras vidas en un eje horizontal que va desde el día en que nacemos hasta aquel en que morimos, y, sin embargo, no tenemos ninguna magnitud, ninguna forma de medir ese otro eje vertical, el de la intensidad o la profundidad de lo vivido, el que confiere un relieve, una orografía al corte horizontal de la vida, donde están marcados los días que despuntan o los que fueron precipicios o naufragios.” - Jacobo Bergareche, Estaciones de regreso
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