Israel ha perfeccionado una táctica: matar al testigo. Cada periodista asesinado es una historia que no se contará, una denuncia que no se hará, una imagen que no se verá. La prensa internacional, con contadas excepciones, ha optado por el silencio o la tibieza. ¿Dónde están los titulares? ¿Dónde la indignación?
Mientras tanto, una unidad israelí conocida como “célula de legitimización” difunde perfiles falsos de periodistas, vinculándolos con grupos armados para justificar su ejecución. Es una guerra contra la verdad.
Organizaciones como Reporteros Sin Fronteras, Artículo 19 y el Comité para la Protección de los Periodistas han exigido investigaciones independientes. Pero la comunidad internacional sigue mirando hacia otro lado. La ONU ha calificado la situación como una “limpieza moral” contra la prensa. Y no exagera.
Los periodistas asesinados no eran combatientes. Eran ojos. Eran conciencia. Eran humanidad.
Nos queda la memoria. Nos queda la rabia. Nos queda el deber de gritar lo que ellos ya no pueden. Porque matar a un periodista es matar la posibilidad de justicia. Y cada vez que el mundo calla, el crimen se repite. Este artículo no busca equilibrio. Busca verdad. Y la verdad es que 192 periodistas han sido asesinados en Gaza. Y el mundo, cobarde, ha decidido mirar hacia otro lado.
Mientras tanto, muy lejos de aquí, en Bangladesh, 700 mil rohinyas malviven en campamentos dejados de la mano de los dioses y de los hombres.
Gaza ya no e su n país, es un territorio de expansión judía. Logrado/robado a base del belicismo tradicional que ya invocaba Yahvé.
ResponderEliminarCierto, es la nada, y un millón de gazatíes andan desplazados, perdidos en medio de ella.
ResponderEliminarNo quieren testigos incómodos que informen de las bestialidades que se están cometiendo contra la población civil.
ResponderEliminarSI, pero no lo consiguen, otros periodistas se la jugarán y seguirán informando.
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