Le he pedido a la IA Copilot, una entrevista imaginaría a Bolaño en la línea de la de Xavi Ayén en la vanguardia. Podía haberla estirado más o profundizar más, de hecho la IA me ha sugerido ampliarla con más datos, nombres y citas, pero creo que como experimento es más que suficiente. Esta falsa entrevista está dedicada a Miquel Cartisano.

"Blanes, otoño. La llovizna fina empaña los ventanales del café donde Roberto Bolaño, Nobel de Literatura 2023, me recibe con una sonrisa que parece pedir disculpas por el retraso. En la mesa hay dos cafés, uno ya frío, y un cuaderno abierto con una letra diminuta, indescifrable para cualquiera que no sea él.

El Nobel y el peso de la gloria —Roberto, ¿cómo se digiere un Nobel? —Como una espina de pescado —responde—. Te la tragas despacio, tratando de que no se te quede atravesada. Y, mientras tanto, escribes. Porque el premio no escribe por ti.

Hace una pausa. Afuera pasa un perro, ajeno a la conversación.

Los detectives salvajes salta a la gran pantalla —Se habla de una adaptación cinematográfica… —Me da miedo que salga demasiado bien. Si sale mal, la gente volverá al libro. Si es buena, me acusarán de no haberla escrito yo.

Ríe, como quien se sabe inmune al paso de la industria.

El tiempo y la escritura - —¿Escribe distinto a los 72? —Con más cuidado y menos fe. Pero sigo sintiendo la urgencia de un joven que teme quedarse sin palabras.

Levanta la taza y bebe el resto de café frío sin inmutarse.

—¿Quién lo acompaña ahora? —Los muertos. Ellos no me abandonan. A veces hasta me dictan párrafos enteros.

No aclara nombres. Quizá no hace falta.

Un consejo para el joven escritor —Que lea más de lo que escribe, y que viva más de lo que lee. La literatura se nutre de ambas hambres.

Cuando termina la entrevista, Bolaño guarda el cuaderno, paga antes de que pueda protestar y sale sin paraguas. La llovizna lo envuelve. Lo sigo con la vista: parece un personaje de sus propios libros, caminando hacia un lugar que no existe en ningún mapa, pero sí en todas las bibliotecas".