Trump fue reelegido en noviembre pasado tras prometer repetidamente una rápida reducción de los precios para los estadounidenses. Esta promesa constituyó un pilar central de su campaña electoral —una frase recurrente en mítines, entrevistas y debates—, ya que millones de personas tenían dificultades para llegar a fin de mes tras años de inflación.

Toda política tiene un costo. Todo impuesto debe ser pagado por alguien, en algún lugar. Para los consumidores, el Laboratorio de Presupuesto de Yale estima que el impacto a corto plazo de los cambios arancelarios de Trump en los precios equivale a una pérdida promedio de ingresos por hogar de $2,400.

De lo que Trump no habla realmente sobre el impacto de su agresiva agenda arancelaria en Estados Unidos es de los precios. Una de las pocas veces que ha reconocido que podría exacerbar la inflación le llevó en mayo a una extraña digresión sobre las muñecas. Reconociendo que los aranceles podrían provocar subidas de precios, Trump sugirió que los niños estadounidenses podrían tener que conformarse con tener “dos muñecas en lugar de 30”. En aquel entonces, según Trump, Joe Biden seguía siendo el responsable de cualquier señal de conflicto en la economía. Ahora argumenta casi a diario que el presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell , es el responsable.

El mayor indicio hasta la fecha de que la economía estadounidense se tambalea bajo el mandato de Trump se produjo el viernes, cuando datos oficiales revelaron que el mercado laboral se había estancado este verano. Despidió bruscamente al veterano funcionario encargado de las estadísticas y alegó, sin pruebas, que las cifras habían sido manipuladas. - ELDIARIO.ES