Risas, complicidad, recetas compartidas, conversaciones cruzadas y generosidad a raudales. Son los principales ingredientes de un plato mayúsculo: cuatro cenas al fresco, en medio de la calle, que la asociación de vecinos de Campoamor –en el sur de Sabadell–, ha organizado con una gran acogida cada martes de agosto. La iniciativa surgió de manera compartida entre un programa para combatir la soledad de la Cruz Roja y el A-Porta de la Confederación de Asociaciones de Vecinos de Catalunya (Confavc), “un proyecto de intervención comunitaria para el empoderamiento del vecindario”, tal y como lo definen sus impulsores.

Todo funcionó desde el principio gracias al boca-oreja y los grupos de Whatsapp de vecinos del distrito 6 de Sabadell (sobre todo, Campoamor, Espronceda y la Creu de Barberà). En cada encuentro semanal se han reunido una veintena de personas, sobre todo mujeres, muchas de ellas de la tercera edad más marchosa. El pasado martes, el último del mes de agosto, volvieron a montar una mesa larga, frente a la sede de la asociación, en la calle Campoamor. Un sitio estratégicamente escogido: peatonal, con arbolado alto y una brisa refrescante, que acabó levantando más de un plato y varios vasos al final de la velada.

Abarrotadas con cestas, neveras y tuppers a rebosar, algunas de las participantes llegaban con su andador, a paso lento, pero con el corazón contento. Cristina Giribet, de 79 años, vive en el Complex Parc Central, a pocos metros de la cena improvisada. Llevó coca de recapte con verduras. Reconoce que esta iniciativa le conecta con su infancia. 

Cristina Giribet, de 79 años, feliz con esta iniciativa comunitaria Miquel Muñoz / Shooting

“Nací en la calle Les Paus de Sabadell, y, en verano, era muy común lo que hacemos hoy: con mesas y sillas en la calle, los vecinos cenábamos juntos, todo el mundo ayudaba y hacías mucha piña. Se notaba el espíritu de barrio”, recuerda. “Ahora –lamenta– nos hemos vuelto muy desconfiados, pero ideas como ésta son geniales porque pasas un buen rato al fresco y compartes. Regresas feliz a casa”, explica, agradecida.

Le acompaña María Sánchez, que trabaja en el cercano centro de ancianos, y concluye: ”Esto sí es una auténtica red social, aquí creamos comunidad. He venido con algunas jubiladas y ¡nos lo pasamos de fábula!”.

La mesa llena de platos se convirtió en un festival gastronómico que refleja el crisol cultural del vecindario

Mientras fluye la conversación, en la mesa hay un festival gastronómico: la clásica ensalada de pasta, otra de alubias, un hojaldre relleno de espinacas y pollo, pastel de atún, dátiles con bacon, frutos secos, pizza, jamón, queso, tortilla de chorizo… La mesa es un crisol de culturas, con mujeres –solo hay dos hombres (un chico y un niño)– cuyas familias emigraron hace décadas del Bierzo, de Andalucía y de Extremadura. 

A esas procedencias que llegaron a Catalunya del resto de España se suman otras más lejanas, venidas más recientemente. De Colombia o Bolivia, por ejemplo, como Roxana, de este último país, que se acercó con timidez, acompañada de su hija, cuando el convite ya había empezado y se quedó. El resto de asistentes enseguida la acogieron con calidez y ambas quedaron prendadas de la fiesta montada entre los bloques de pisos. “El verano que viene, si se vuelve a repetir, vendremos seguro”, anunció.

Todo el mundo comparte la comida en esta fiesta “de traje” Miquel Muñoz / Shooting

La presidenta de la asociación de vecinos del barrio de Campoamor, Montsina Muniente, lleva cinco años al frente de esta entidad belicosa que ya suma 40 años de vida. Es la primera vez que, con la junta, han organizado esta actividad. Y el balance no puede ser mejor: “La idea nació para combatir la soledad, especialmente en el mes de agosto, cuando mucha gente no puede irse de vacaciones o está en una situación vulnerable. La organización ha sido muy fluida y desde el primer encuentro hemos tenido una veintena de asistentes de media, la mayoría mujeres”.

Especialmente durante las semanas de la durísima ola de calor, las cenas fueron un pequeño oasis en el asfalto. Tras la buena acogida, la pregunta es obligada: ¿Se repetirá el próximo agosto? “Confiamos en que sí. Además, nos encantaría que se replicase en otros barrios de Sabadell”, concluye Muniente cuando la cena llega a su fin con un corte de helado acogido con gran felicidad. - Paloma Arenós