SE HAN PERDIDO LAS FORMAS

A menudo se habla del peligro de la labor de los periodistas al realizar su trabajo en lugares donde hay conflictos latentes o reales, y a menudo también cae más de uno en la batalla del olvido, de la muerte de segunda, y es que incluso en este aspecto se han perdido las formas y desgraciadamente la muerte de un periodista en acto de servicio ya no es ni siquiera noticia, a menos que sea del propio país. En los tiempos de las guerras convencionales, periodistas, sanitarios, cruz roja, hospitales, eran grupos que incluso en plena lcontienda eran respetados. Dentro del desastre se mantenía un mínimo de decoro o de respeto, respeto que se empezó a perder hace ya tiempo, de hecho, al finalizar este tipo de guerras convencionales que, a pesar de la crueldad tenían todavía un punto de romanticismo ético. Ahora la guerrilla, urbana o no, el terrorismo, se manifiesta despojado de ninguna virtud. Es la lucha con toda su crudeza, además la lucha del enemigo desconocido contra gente indefensa, que puede atacar y hacer daño cuando, dónde, cómo y contra quien le parezca, o muchas veces al azar, el hacer daño por hacer daño, para crear terror entre los ciudadanos indefensos. Ante esta nueva manifestación del terror no hay nada que hacer, las medidas que puedan tomar los Gobiernos no sirven para nada y suelen ser incluso ridículas, como las de los aeropuertos; aunque de hecho sí que sirven, por recortar cada vez más nuestra libertad como ciudadanos y tenernos más vigilados y controlados. Los daños colaterales del 11-S nos afectan mucho más de lo que pensamos, a raíz de los hechos de aquellos día en Nueva York, la pérdida de derechos y libertades de los ciudadanos se ha acentuado, sin que todas estas medidas de control y presión sirvan para garantizar de que no se producirá otro. Debería ser obligatorio leer Huxley y Orwell, la gente entendería mucho mejor lo que nos está pasando.

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