El caso del Macba ha hecho evidente una vieja máxima: si quieres que se hable de ti, crea polémica. No sé si era este el objetivo del director del Macba Bartomeu Marí, pero el hecho es que la escultura en cuestión habría pasado prácticamente desapercibida y reducida a los circuitos minoritarios del arte contemporáneo si no se hubiera prohibido su exhibición. Mientras, ha 'dimitido' Marí, han cesado a un par de comisarios, y se ha abierto la exposición con la polémica escultura incluida.
Por si fuera poco, el museo de Stuttgart ha manifestado que está profundamente irritado por la actuación del Macba (no sabía yo que los museos se podían manifestar e irritar). Los directores del centro que coprodujo la exposición en la que figuraba la polémica estatua reclaman que el museo catalán pida perdón a los 30 artistas.
Y aquí es donde ya me he perdido. ¿Perdón? ¿por qué?, la libertad de expresión es a ambos lados, o debería estarlo, y la libertad de exhibir o no una escultura también lo está. Hay algo que se llama criterio, y en el arte contemporáneo si aplicamos el criterio y el sentido del gusto y el estético, convendréis conmigo en que hay mucho contemporáneo pero poco arte, que en nombre de la contemporaneidad y la libertad de expresión se produce mucha basura artística bajo la denominación de arte moderno, cuando en la mayoría de los casos sólo es torpeza vulgar e incluso chabacana.
Fíjaos en los retratos de reyes de los maestros pintores de los siglos XVII o XVIII, los retratan con toda la mala baba pintándolos como son, no como quieren aparentar que son, y lo hacen sin que lo noten, pués se trata de una pintura limpia pulida y ordenada, pero los dejan bien retratados, lo que por cierto nunca podrá hacer una escultura.
Dicho esto, ya podéis ir al MACBA a ver la sodomización del Borbón y haceros (sobre todo) una selfie con ella, que si no os hacéis una selfie no seréis ni modernos ni contemporáneos, ni podréis colgarla en el feisbuc.
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