El mantra con el que Cristina Cifuentes trató de legitimar su ascenso dentro del PP ha sido la clave de su caída. Una circunstancia que ella misma se ha encargado de remarcar durante la comparecencia de prensa en la que ha presentado su dimisión como presidenta de la Comunidad de Madrid: “La tolerancia cero con la corrupción tiene un precio” y “la campaña que hay en mi contra probablemente forma parte de ese precio que hay que pagar”.
Cifuentes ha asegurado que se trata de una “campaña de acoso y derribo en su contra” de la que es conocedora desde hace años y ha remarcado que esta grabación -por la que se le atribuye un supuesto hurto en un supermercado en 2011- se ha difundido para “ir más allá de lo político”. “Ha sido el remata a alguna clase de campaña personal en mi contra”.
Como presidenta, la presidenta regional Cristina Cifuentes ha promovido la personación de la Comunidad en el caso Púnica, ha llevado a los tribunales las irregularidades en el Canal de Isabel II, que investiga el caso Lezo, así como la construcción de la Campus de la Justicia bajo el Gobierno de Esperanza Aguirre. No lo hizo en sus inicios, pero viéndose acorralada tras la implicación de parte de su equipo en tramas corruptas del PP madrileño cambió su estrategia para demostrar que ella era la “regeneradora” de la política en la región. Y así abanderó la lucha para demoler el legado de su predecesora en el cargo, Esperanza Aguirre, cuyos dos dirigentes de confianza -Francisco Granados e Ignacio González- han terminado entrando en prisión.
La caída de Cifuentes no ha sido gracias al periodismo de investigación de eldiario.es, ni por sus mentiras en el asunto del Master de la Universidad, Cifuentes ha caido víctima del fuego amigo por hacer un Winona en un Eroski en 2011, y todo por dos botes de cosméticos presuntamente sustraidos, ¡vaya vaya!, a Capone le pillaron por evasión de impuestos, no por gangster, y a Florentino Pérez, ni por eso; me acuerdo mucho de él y de su familia cuando me carga el banco el recibo del gas.
0 Comentarios