CONTRASTAR LA FUENTE


A raíz de la muerte de la holandesa de 17 años Noa Pothoven, cierta prensa monárquica, católica y sentimental ha iniciado una campaña bastante miserable contra la eutanasia basada en equívocos, inexactitudes y en mentiras muy groseras. Ni es cierto que Holanda permitiera la eutanasia "de una menor de edad víctima de violencia sexual que sufría depresión", como llegó a titular dicho medio a lo largo del día de ayer en su edición digital, ni lo es que Noa fuera asistida a su suicidio, ni tampoco es verdad que se desconociera si recibió ayuda de alguna "clínica para el final de la vida", como también se afirmó. Noa se suicidó dejando de comer y beber para que, después de haber sufrido a los 11 años una agresión sexual, abusos al año siguiente de haber sido violada a los 14 años, se cansó de luchar contra la depresión y la anorexia y no quiso vivir más, lo explican a publico.es
En el caso de Noa, lo que ha fallado en Holanda no ha sido su legislación sobre la eutanasia, que la joven reclamó y se le negó. Al igual que ocurre en España, tenía la edad legal para decidir por sí misma que no quería recibir ningún tratamiento médico y no se le podía alimentar por la fuerza una vez que decidió quitarse la sonda nasogástrica que le mantenía con vida. Lo que ha fallado ha sido la difusión errónea de la noticia, ningún medio serio ni ninguna agencia contrastó la noticia primigenia de que a Noa Porthoven se le había autorizado la eutanasia; no contrastar con la fuente, por esta obsesión en ser los primeros en dar la noticia, no sea que se avance otro medio y pierdas la exclusiva; la velocidad en la información de una noticia pasa por encima de la veracidad, y esto que se puede tolerar en tabloides sensacionalistas como The Sun o Daily Mirror, a los que no se les pide rigor sino adrenalina informativa, es preocupante en medios serios que quizás deberían esperar diez minutos y contrastar bien las fuentes antes de publicar una noticia. Queda claro que el periodismo pierde credibilidad por esta prisa en informar a cualquier precio, al ser los primeros en dar la noticia. El caso de Noa Pothoven debería hacer reflexionar a los profesionales de los medios, pues al paso que van, están siendo poco más que comunicadores de noticias falsas y no periodistas.

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