MENTIROSO COMPULSIVO


El pasado otoño en Nueva York, en un encuentro con Volodymyr Zelensky, el presidente estadounidense, Donald Trump, explicó a su homólogo ucraniano recién elegido que lo sabía todo sobre su país porque en su momento fue propietario del certamen Miss Universo y un año lo ganó una ucraniana.

“Nos ayudó a conocer muy bien su país en muchos aspectos”, aseguró Donald Trump.

Como no es de extrañar, era todo falso. Una Miss Ucrania nunca había ganado el título de Miss Universo en los 66 años de historia del certamen, incluidos los 20 años en los que Trump fue dueño del concurso.
Algo que resulta tan poco sorprendente es que nadie se percató de la mentira ni se preocupó. De entre todo el torrente de falsedades que salen de la boca de Trump y de su cuenta de Twitter casi todos los días, una información como esta no tenía ni de lejos suficiente relevancia como para convertirse en noticia de última hora.

El día en el que visitó la Asamblea General de Naciones Unidas, Trump afirmó: “Hemos creado la mayor economía de la historia de nuestro país”. Sobre el tratado USMCA dijo: “Es un gran tratado, el mayor que hemos hecho nunca. El NAFTA era horrible. Este sustituirá al NAFTA”. Sobre Nancy Pelosi, presidenta de la Cámara de Representantes, comentó: “Muchos de los miembros de su equipo están reconsiderando su postura. Son conscientes de que están en una muy mala situación”. Sobre la promesa de su famoso muro en la frontera con México afirmó: “El muro está creciendo muchos kilómetros cada semana”. Sobre la Organización Mundial del Comercio (OMC) declaró: “La OMC no ha sido una de las mejores. De hecho, fue una creación de China, que despegó como un cohete desde el día en que firmaron”. Y, sobre las nuevas plantas de automóviles, comentó: “Muchas de las grandes empresas japonesas, a petición mía, están construyendo sus plantas de automóviles en Estados Unidos, unas plantas muy grandes en Carolina del Sur y Florida”.

Ninguna de esas afirmaciones es cierta.

La economía estadounidense no va mejor que nunca y, de hecho, durante el año solo frenó. El tratado USMCA es básicamente igual que el NAFTA, pero con pequeños retoques. Pelosi no está perdiendo apoyos entre sus compañeros demócratas. No se ha levantado ni un solo kilómetro de su muro en ningún lugar en el que no hubiera ya una valla. China no creó la OMC y Toyota y Nissan no han empezado a construir plantas de automóviles en Estados Unidos. Ni en ninguna parte.
Ese día, el escándalo que ha amenazado la presidencia de Trump –la petición que le hizo a Zelensky de que le hiciera el “favor” de investigar a un rival político– estaba en pleno apogeo, el día después de que Pelosi hubiera anunciado que se iba a llevar a cabo una investigación formal previa al proceso del impeachment.

Así resultó muy sencillo que el tema de la falsa ucraniana Miss Universo no recibiera atención. Esto es agotador. Ese es, de hecho, el rasgo más característico de la actual Casa Blanca: el presidente suelta falsedades sobre prácticamente cualquier tema mañana, tarde y noche. Miente en entrevistas individuales, en conferencias de prensa y en reuniones con los demás líderes internacionales. Miente en sus discursos “oficiales” y en sus campañas electorales.

Sin lugar a dudas, el rasgo definitorio de este gobierno es que el presidente escupe falsedades a todas horas acerca de prácticamente cualquier tema. Miente en las entrevistas que concede a título individual, en las ruedas de prensa formales y cuando está al lado de otros dirigentes mundiales. También en sus discursos “oficiales” y en mítines de campaña.

En la sede de la CIA Trump mintió el primer día de su mandato sobre el número de personas que acudieron a su nombramiento durante un homenaje a unos funcionarios que murieron estando de servicio. Se inventó millones de votos de inmigrantes ilegales para explicar por qué Hillary ganó el voto popular. Se sacó de la manga a unas autoridades japonesas que, supuestamente, le dijeron que el Partido Demócrata quería perjudicar al país para hacerle quedar mal. Le dijo al primer ministro de Pakistán que su homólogo de India quería que él mediara para resolver el conflicto de Cachemira. Minutos después, el gobierno indio publicó un comunicado para aclarar que Narendra Modi no había dicho tal cosa.

Ha mentido en varias ocasiones sobre el famoso muro en la frontera que iba a pagar México, cuando en realidad México no ha puesto ni un solo peso. Ha dicho y sigue diciendo que China está pagando los aranceles que impuso al país, lo cual tampoco es cierto. Miente una y otra vez cuando dice que la ley que permite a los veteranos ir a un médico privado cuando hay mucha lista de espera es, en parte, cosa suya, cuando en realidad vio la luz gracias a tres de sus bestias negras: el fallecido senador republicano John McCain (Arizona) y el senador independiente Bernie Sanders (Vermont), que la redactaron, y el presidente demócrata Barack Obama, que la aprobó dos años antes de la elección de Trump.

Hasta la fecha, el presidente ha dicho muchas, muchas falsedades, varias de las cuales son directamente mentiras. Trump sabe que lo que dice no es verdad, pero lo dice de todas formas. No vamos a ponernos a citar ejemplos aquí (otros periodistas se encargan de esa titánica labor); basta con pararse a pensar en lo inverosímil que resulta todo este asunto. Cada vez que el presidente de Estados Unidos abre la boca, lo más probable es que de ella solo salgan falsedades. Cuando el vetusto líder del mundo libre pone los dedos sobre el teclado de su iPhone, los mensajes que comparte en las redes sociales tienden a ser exageraciones, invenciones sin fundamento, dramatizaciones o mentiras puras y duras.

Si Ronald Reagan es recordado por ser el presidente que ganó la Guerra Fría y Barack Obama por ser el primer presidente negro, todo parece indicar que los libros de Historia no cubrirán precisamente de halagos a Trump. ¿Y qué es lo más preocupante de todo esto? Que, tras tres años de presidencia, estos comentarios han perdido la capacidad de sorprendernos lo más mínimo. Ha dejado de ser noticia que la persona al cargo del país más poderoso del mundo y el arsenal más destructivo de la historia es mentirosa hasta la médula. Y en esas estamos, de un presidente que puede ganar de nuevo las próximas elecciones.



Publicar un comentario

0 Comentarios