LA NOCHE MÁS CORTA



Este año, la verbena de San Juan tiene más sabor de fiesta que nunca. Con la pandemia en retroceso, la gente tiene ganas de pasar página. Las autoridades, sin embargo, no las tienen todas y llaman a la prudencia. Nada nuevo bajo la capa del sol. El antropólogo Manuel Delgado señala que niñas y niños eran parte crucial de aquellas verbenas, porque se encargaban de preparar las hogueras con las maderas y muebles viejos que iban recogiendo. Señala Delgado que con la desaparición de los niños de las calles, que antes era su principal espacio de ocio fuera del horario escolar, la fiesta perdió uno de sus principales engranajes para mantener el pulso vital que la convertía en el que los estudiosos llaman un espacio de sociabilidad informal. O sea un lugar donde divertirse, pasarlo bien y quién sabe si encontrar el primer amor. Los que tenemos una edad, bien lo sabemos, y lo hemos vivido. También afirma Delgado, que esta es la noche de la transgresión, o de hecho, lo era antes, ahora ya no nos dedicamos a transgredir ni lo volvemos a hacer.

El incremento de la mayor presencia del coche en las calles sumado a otros elementos que favorecían que la gente se quedara en casa, como la televisión, fueron influyendo en la transformación de una fiesta que en Barcelona ha trasladado su epicentro a las playas. Cabe decir, sin embargo, que esto tampoco es nuevo porque el 24 de junio se consideraba el inicio de la temporada de baño. Después de la noche de fiesta, la ciudadanía barcelonesa celebraba San Juan yendo al mar. A finales de siglo XIX la playa de Can Tunis era el lugar preferido para dar la bienvenida al verano, aunque a finales del siglo XIX aún no se había perdido la inocencia.

2 Comentarios

Artículo Anterior Artículo Siguiente