Alberto Núñez Feijóo dijo ayer a Onda Cero que los alumnos en Catalunya no pueden tener conocimiento del castellano y sufren una situación de apartheid lingüístico, en referencia al sistema de segregación que discriminó a los negros en Sudáfrica entre 1948 y 1993 La comparación es un disparate y no le disculpa la proximidad de las elecciones andaluzas, porque algo de anticatalanismo siempre da réditos. No hay ningún apartheid en Catalunya. Podía haber dicho que el castellano debe reforzarse en la escuela catalana o que está en contra del modelo lingüístico catalán. Pero nunca hablar de apartheid.

Hay que tener cuidado con las palabras, no todo vale, aunque ya sabemos que contra Catalunya es así, y no sólo en campaña electoral. El apartheid no es cualquier cosa y su uso para definir la política lingüística de la Generalitat es un insulto inmerecido y está fuera de sitio. Hay que vigilar las palabras. Crean realidades imaginarias al margen de los hechos, algunas muy desagradables. La responsabilidad exige del político, también del articulista, que tenga presente el significado de los vocablos que utiliza. Por eso hay que censurar que Alberto Núñez Feijóo afirmara ayer en los micrófonos de la COPE que en Catalunya existe un Govern que trabaja para crear un 'apartheid' lingüístico para los castellanohablantes.

Decía ayer Yolanda Díaz que le preocupaba Feijóo, que no estaba preparado para Gobernar, a raíz de sus desafortunadas y falsas declaraciones en el sentido de que el Gobierno había manipulado los datos del paro del mes de mayo, lo que desmintió rotundamente y con datos la ministra de Trabajo. El señor Feijóo es un mentiroso, un miserable mentiroso, que pocos argumentos tendrá cuando recurre a vomitar falacias como ésta. Pero que se puede esperar de Feijoó aparte de que no brama como Casado, y es un procrastinador como M.Rajoy. Que cabe esperar de un hombre como Nuñez Feijóo, que protagonizó uno de los momentos singulares más elirantes en una campaña anterior en Galicia. El candidato, que durante la primera parte de la carrera electoral no se cansó de recordar sus orígenes rurales, y que se presentaba como quien mejor puede defender los intereses de la Galicia interior, visitó una explotación ganadera. Mientras paseaba con el granjero, le preguntó por qué todas las vacas tenían nombre de mujer. La respuesta del granjero fue la más evidente: "Porque son todas vacas". La anécdota la utilizaron Touriño y Zapatero en el mitin que ofrecieron juntos en Vigo, en el que instaron al candidato del PP a "volver a la escuela" para aprender a diferenciar "entre vacas y toros". Éste es el nivel el candidato, claro que el problema con las vacas no es sólo de él; el Pp por lo general tiene una especie de fijación casi enfermiza con las vacas.