Paula Trejo, 20 años, ha dejado atrás los días –y las noches– de chica de imagen en Madrid y Barcelona, su ciudad, una experiencia profesional agridulce que no repetiría, según su testimonio anoche en el programa No ho sé de RAC1 que conduce Anna Vallhonesta.

Paula decidió irse a vivir a Madrid. No conocía a nadie. Buscaba trabajo. Y no le importa reconocer que quería ganar “dinero, dinero fácil”. El novio de una amiga le informó de que en ciertas discotecas pagaban a jóvenes por estar de fiesta, sin mayores aclaraciones y escasos detalles. Y a Paula salir de noche con las amigas le gustaba.

Probó suerte en una de las discotecas más famosas de la capital. “La primer noche fue fantástica. Te ponían shisha , hice muchas amigas. Guay, que guay, quiero volver –recuerda–. Pagaban 50 euros, tenías que estar de la 1 a las 5 horas. ¿Exigencias? Los tacones eran obligatorios. Una vez tuve que ir a casa a cambiarme porque llevaba pantalones acampanados”.

La jefa o el jefe del montaje en la discoteca “te dice esta o aquella mesa, pero como me separaban de mis amigas yo acababa yendo a la mesa que me gustaba”, evocó Paula Trejo en el programa de RAC1.

Las primeras noches resultaron deslumbrantes. Por los reservados de las discotecas de Madrid, la capital del reino, desfilaban “influencers , futbolistas del Real Madrid, modelos”. Lo que se conoce como el famoseo . Paula Trejo recordó también la competencia sin miramientos entre las chicas de imagen por hacerse un sitio en la mesa de los futbolistas merengues. “Me miraban de arriba abajo (las colegas). Se pegaban por estar con ellos y cautivarles”.

“Las otras ‘chicas de imagen’ en Madrid se pegaban por estar con ellos (los futbolistas) y cautivarles”

El asunto pintaba bien y había trabajo de lunes a domingo, todas las noches de la semana. Habla de Madrid, ese Madrid que no baja la persiana de noche, siete días sobre siete. “Y después ibas a los afters que se montaban en las mansiones de esta o aquella”. Anfitriones que parecen encajar con la definición de “caras conocidas”.

Además, las discotecas pagaban en efectivo al término de la noche. Sin documentos, contratos ni papeles. En negro, vaya. “Era vergonzoso. Hacíamos colas y pasaba mucha vergüenza viendo a la gente normal que se iba mientras esperábamos para entrar en un zulo donde te daban el dinero. Había nenas de 17 y 18 años”, explicó. Unos meses más jóvenes que la propia Paula. Además, las jefas y las discotecas tenían tratos con clínicas de estética “que te harán una oferta” si dices que vienes de su parte. Las jóvenes eran las primeras interesadas.”Todas estaban operadas de todo”. Al fin y al cabo, añade Paula Trejo, que hoy prepara oposiciones y trabaja en una tienda de ropa en Barcelona, los locales y sus clientes querían “culos, pechos”. Los jefes les pedían fotografías de cuerpo y cara para elaborar catálogos a disposición de los clientes con pasta.

Los 50 euros de una noche normal podían multiplicarse con los extras. ¿Extras? “Sí, los puede dar la discoteca o tu misma como particular. “Las discoteca ofrecen servicios de los que solo están enterados los famosos. Por ejemplo, ir al lavabo con una chica de imagen ... en lugar de 50 te daban 120 euros, que es también una miseria”. Paula se quedó atónita cuando vio el lavabo por curiosidad, para saber lo que tenía de especial. “Fui al lavabo a verlo, porque no me lo creía. Un sofá, un lavabo, una pica...”.

–No, no estas obligada, lo haces si quieres.

“Con las bebidas y el ‘globo de la risa’ me sentí mareada y me desplomé... Drogan mucho a las chicas”

Muchos días los futbolistas le preguntaban abiertamente si eran putas. Aquello le ayudó a tomar conciencia de que Paula no iba por el camino que deseaba. Había un precio, como inquiere Tosca antes de apuñalar al pérfido Scarpia.

Y después, llegaron dos malas experiencias, de las que no quiso entrar en detalle. “Es peligroso. Yo, por ejemplo, estuve una vez con chicos con mucho dinero. Muchos globos (los llamados globos de la risa ), que te dan un minuto de efecto de mareo, como el popper . Con las bebidas y el globo me sentí mareada y me desplomé. No me acuerdo de nada. Drogan mucho a las chicas. Cuando tienen tanto dinero se creen que pueden hacer lo que quieren contigo... Fue el motivo, para darme cuenta de que no. Es duro lo que me pasó... Sufrí y tuve que hacerlo sola. Mis  padres no lo sabían, como la mayoría de padres de las chicas de imagen . Creen que vas de copas gratis a una discoteca, Y no es así. Fui al hospital con dos amigas porque si lo denunciaba, al momento podía desgraciar mi vida y la de otros. No quiero sentirme como una persona que ha sufrido una situación así por culpa de la noche, de trabajar de imagen. Cuesta mucho salir del bucle del dinero fácil”. - lavanguardia.com