EL ESCÁNDALO DEL ESTRAPERLO



El día 7 de enero de 1936, hace 87 años, Niceto Alcalá-Zamora, presidente de la República española, decretaba la disolución de las Cortes y la convocatoria de elecciones anticipadas. Aquel decreto ponía fin al ejecutivo formado por el Partido Republicano Radical -de Lerroux-; la Confederación Española de Derechas Autónomas -de Gil Robles- y el Partido Agrario Español -de Martínez de Velasco-, que gobernaba el Estado español desde los comicios generales de noviembre de 1933. Esta coalición de partidos de derechas e involucionistas se había presentado en los comicios y había ganado las elecciones con la promesa de que liquidaría el autogobierno catalán, en ese momento el único estado autónomo de la República española.

El 6 de octubre de 1934, el presidente Companys había proclamado el Estado Catalán en la República federal española, que quería ser una forma de encontrar complicidades en otros territorios históricos para una nueva arquitectura política de la República. La respuesta del tripartito involucionista fue una guerra urbana en Barcelona; que se había saldado con 74 fallecidos, 252 heridos, más de 3.000 arrestados; y la detención, encarcelamiento, juicio y condena del gobierno de Catalunya. Después de aquellos hechos, el gobierno central había intervenido y vaciado de competencias la Generalitat; había clausurado el Parlamento; y había cesado a todos los alcaldes y concejales de los partidos que habían apoyado la proclama del presidente Companys.

Pero en septiembre de 1935 se había filtrado un caso de corrupción, que sería conocido como Estraperlo y que afectaba a varios miembros del gobierno central en la instalación de ruletas fraudulentas en varios casinos de territorio español. Este escándalo dinamitaría la coalición involucionista: el PRR de Lerroux —especialmente afectado por el escándalo—, sería abandonado por la CEDA de Gil Robles, que pretendía forzar unas elecciones anticipadas para concentrar todo el voto de la coalición. Alcalá-Zamora disolvió Les Corts, pero las elecciones generales de febrero de 1936, en Cataluña, las ganaría el Frente de Izquierdas, liderado por el presidente Companys desde la cárcel; y en España, las ganaría el Frente Popular (una coalición de partidos de izquierdas).

El estraperlo era frecuente después de la guerra, en las entradas de las ciudades grandes estaban los burotes. El burot era un funcionario municipal encargado de cobrar los derechos de entrada de ciertos artículos, normalmente víveres, a la entrada de pueblos y ciudades, hasta 1960. Por extensión, también se llamaba burot en la oficina en la entrada de una población en la que los susodichos funcionarios cobraban este impuesto. Normalmente estas oficinas se encontraban junto a los caminos principales o en las entradas de los pueblos o ciudades. Había mucha manga ancha por parte de estos funcionarios; me contaba papá que cuando llegaba un camión cargado de aceite por Olis Gambus donde él trabajaba, el funcionario se quedaba dentro de la garita como si no fuera con él, y ya después se lo cobraba yendo a buscar aceite gratis, y el mismo pasaba con la Guardia Civil de la Academia de la Plaza del Taulí. Una academia que hace años está cerrada y abandionada, mientras discuten la titularidad del edificio que en su día El Ayuntamiento domnó a la Guardia Civil. Actualmente Oleguer Pressas tiene una escuela de fútbol para niños sin ánimo de competición.

Yo nací en 1945, pero en casa de comida nunca faltó nada, quizás porque mi abuelo trabajaba en la empresa de coches de línea Sagalés y siempre bajaba pan o algún pollo o conejo de Moia o Castellterçol. O El Basta, que también bajaba alimentos de Sant Llorenç Savall, y como otros confluía en aceites Gambus en busca de aceite. Nunca vi la cartilla de racionamiento. Tiempo era tiempo, donde había miseria suficiente y también corrupción. Ya se dice que es peor la posguerra que la guerra, al menos para los vencidos.



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