Doce años lleba este hombre esperando plaza en una residencia para su mujer con alzheimer: "He pensado en quitarme de enmedio", El octogenerio tinerfeño Cecilio Hernández lanza una llamada de socorro para que le ayuden con su mujer, enferma de alzheimer, y a la que atiende día y noche. - SILVIA FERNÁNDEZ -  lavanguardia.

Algo más de 65 años llevan juntos Cecilio Hernández (84 años) y Candelaria Pérez (82). Se conocieron cuando ella apenas tenía 17 años y el 19 y tras un noviazgo corto decidieron casarse y formar una familia en la isla de Tenerife, donde han residido siempre. Juntos “capearon muchos temporales", como recuerda Cecilio.
Trabajaron y sacrificaron muchas cosas para sacar adelante a sus cinco hijos pero hoy Cecilio ya no puede más. Se siente derrotado. Lleva más de 15 años luchando contra la enfermedad de su esposa, el Alzheimer, y cuidando de ella sin recibir ningún tipo de ayuda. Tres de sus hijos no aparecen por casa. "Nos tienen abandonados", indica. Sus otras dos hijas ayudan como pueden pero una está enferma de cáncer y está recibiendo tratamiento y la otra trabaja, con lo que, como indica Cecilio, "bastante hace con acompañarlo a él al médico" e ir de vez en cuando a verlos.
Las administraciones públicas, en su caso, están desaparecidas. Hace 12 años que Cecilio lleva reclamando una residencia para su mujer pero siempre recibe la misma respuesta: 'no' pese a que Candelaria tiene el tercer grado reconocido de dependencia. Así que Cecilio se ve complamente solo y sin fuerzas. Ahora mismo está a la espera de que se le realice una biopsia, ya que lleva seis meses "con un sangrado sospechoso", pero la cita no llega. El día 14 de febrero está previsto que le operen de un ojo y su preocupación es qué será de su mujer cuando lo ingresen en el hospital. "No me encuentro bien. Estoy al máximo y no veo salida a esto. He pensado en quitarme de enmedio. ¿Alguién cree que esto es vida?", se pregunta Cecilio, que actualmente recibe medicación para sobrellevar la ansiedad con la que vive.
Candelaria no le molesta en absoluto pero requiere mucho trabajo y dedicación. Además, hace cinco años se cayó y se rompió una cadera y, aunque hoy camina "despacito y con un bastón", la mayoría del tiempo está en una silla de ruedas. Por esta circunstancia Cecilio tuvo que "malvender" la casa que tenían en Valle Tabares por otra en el barrio de La Cuesta, donde residen actualmente. "Vendí la casita de doble altura en el campo por otra terrera para poder manejar la silla y que ella estuviera más cómoda", indica. Según señala, gracias a su empeño y a sus dos hijas hoy su mujer "no está encamada". "El médico siempre nos dice que hemos hecho mucho por ella, que con su caída, la operación y la edad que tiene era para estar en una cama pero es que yo la quiero y la ayudo para que camine. Quiero que esté bien", manifiesta Cecilio, que entre lágrimas dice que "le da mucha pena verla como está".
La situació de Cecilio es realmente desesperada. Además de no tener apenas ayuda sus recursos económicos son escasos. Con una pensión de 650 euros destina la mitad, 325 euros, a pagar el centro de día al que acude su mujer y que es el único momento de respiro de Cecilio. Con el resto del dinero tiene que arreglárselas para comer y pagar gastos. "Muchas veces como algún bocadillo que me dan", señala. Este mes no ha abonado ni la factura del agua ni la de la luz y teme que en cualquier momento puedan cortarle el suministro. Las dos hijas con las que tienen relación pagan la guagua que lleva a su madre al centro de día. "Barajamos quitarla del centro porque yo no podía pagarlo. Al final mis hijas ayudan y es que a ella le viene muy bien ir", manifiesta.
"He pensado en quitarme de enmedio. ¿Alguién cree que esto es vida?". -Relata que su mujer estaba cobrando una pensión no contributiva de poco más de 300 euros hasta hace unos meses, cuando le llegó una carta en el que le pedían "numerosos trámites" a realizar en diez días para seguir percibiéndola. Aunque intentaron arreglarlo "era tal follón" que al final no pudieron hacerlo y "se la quitaron"". "No entiendo que después de tantos años nos la quitaran. En el ayuntamiento la asistenta social me dijo que era revisiones que se hacían cada cierto tiempo y que a unos les tocaba unas veces y a otros, otras y que esta vez nos había tocado a nosotros", explica.

Cecilio que a lo largo de su vida ha trabajado "como un desgraciado en todo lo que ha podido", en el sector de la construcción y de conductor, entre otros, se pregunta "qué ha hecho mal en esta vida para que le toque este sufrimiento". "Es mucho lo que tengo encima. El cuerpo no me da más", añade. Este octogenario solo pide ayuda para su mujer. "Sé que en un centro va a estar bien. Yo la cuido y la curo pero hasta algunos medicamentos los tengo que comprar yo porque no lo cubre la Seguridad Social. Pido al Gobierno de Canarias un centro para yo poder ir a verla y que esté bien atendida", concluye Cecilio, que se pregunta "dónde está la humanidad en este mundo.