La visión del infierno siempre es la misma, lo que cambia es el nombre de las guerras. Hace doscientos años Goya representó escenas de mujeres yaciendo semidesnudas en el suelo, aparentemente violadas, o que, ya muertas, eran arrastradas por un hombre, los vestidos levantados, dejando ver su ropa interior manchada. Las atrocidades que registran hoy los reporteros de guerra tienen siglos de antigüedad y el ojo implacable del artista puede hacer que la experiencia sea tan dolorosa como cualquiera captada por una cámara.
La pintora suiza Miriam Cahn, 73 años, que desde hace décadas denuncia la violencia siempre repetida y el sufrimiento de unos cuerpos que hablan de todo lo que nos sucede, es objeto de un feroz linchamiento en Twitter, amenazas de muerte incluidas por parte de sus verdugos. El motivo es una pintura sobre la guerra de Ucrania, ¡A la mierda la abstracción! , que forma parte de la retrospectiva que le dedica el Palais de Tokyo de París. La obra muestra el cuerpo musculoso y sin rostro de un hombre que obliga a hacer una felación a una figura más pequeña doblegada de rodillas y con las manos atadas en la espalda. Fue su reacción a la masacre de Bucha, a cuya monstruosidad trata de acercarse de manera perdurable y compasiva.
El problema es que quienes, desde su razón y su verdad, se escandalizan, sentencian y condenan, han querido ver una incitación (?) a la pedofilia. De nada ha servido el texto que acompaña la obra en la sala ni las explicaciones posteriores de la propia Cahn. “No es un niño. Esta pintura trata sobre cómo la sexualidad es utilizada como arma de guerra. El contraste entre los dos cuerpos muestra el poder del opresor contra el desvalido”. Otra artista, la ucraniana Darya Koltsova, modela pequeñas cabecitas de arcilla por cada niño muerto en su país. Lleva cerca de 500. Espero que nadie la acuse de decapitarlos. - Teresa Sesé - lavanguardia.com
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