De un tiempo a esta parte las palomas de Barcelona se antojan más arrogantes, atrevidas, soberbias... Pasas a su vera y no remontan el vuelo, continúan ahí tranquilamente, en cualquier bordillo. De repente sientes una sombra amenazante, y tú vas y engurruñes el cuello, te llevas una mano a la cara ¡y una paloma pasa volando a apenas un par de centímetros de tu rostro! A veces hasta se chocan contra uno y todo. O van y se posan en grupo sobre la mesa de una terraza y a toda velocidad dan cuenta de los restos de una tapa o de un kebab antes de que el camarero tenga tiempo de recogerlos. Como si hubieran terminado de perderle el respeto a la gente, a las personas. Además, son tantas, cada día más... ¿no tienen la impresión de que últimamente en Barcelona viven más palomas que nunca?
Técnicos del área de Bienestar Animal del Ayuntamiento apuntan que engordaron y se acomodaron las palomas de Barcelona, que se acostumbraron tanto a que tanta gente les dé de comer y también a tropezarse con suculentos restos por doquier que ya enterraron buena parte de sus instintos más naturales, que estas aves nos ven ya como una simple fuente de comida rápida, sencilla e inmediata, y que encima se volvieron súper exigentes.
Póngase en el plumaje de una paloma, en su pellejo ¿para qué vas a hurgar en un árbol tras otro en busca de frutos si tienes una barbaridad de patatas fritas, platos de paella y cortezas de pizza al alcance de tu pico? ¿Saben lo cansino que resulta volar de un árbol otro? Identificar los frutos y semillas más nutritivos y extraerlos es mucho más complicado. A la postre las palomas de Barcelona se volvieron imprudentes, confiadas, incautas, ¿idiotas?, ¿son cada día más tontas las palomas de Barcelona, de las grandes ciudades? ¡Su mundo aquí se convirtió en un gigantesco bufete libre! Y el almidón les sienta fatal. Además, este calor también contribuye a que la mayor parte vayan atontadas, medio atolondradas. Ya se sabe el que el calor y el sobrepeso casan fatal.
En verdad asistimos a una lenta degradación de la paloma de ciudad como especie. Y sí, el problema es básicamente su sobrealimentación, ahí está el origen del extraño comportamiento de estos animales, tal y como apunta Joan Carles Senar, jefe de investigación del Museu de Ciències Naturals de Barcelona, todo un estudioso de los pájaros que viven en los medios urbanos.
“El problema es que en la ciudad facilitamos tantos alimentos a las palomas que hemos alterado la selección natural de toda la especie –detalla el científico–, de manera que ya no sobreviven únicamente aquellos ejemplares que están mejor preparados, los más listos, los más ingeniosos, los más hábiles y resueltos, sino que también lo hacen los más comodones, los más perezosos, los más torpes, y tontos. Y la verdad es que las palomas nunca fueron muy listas. Su papel siempre fue la de carne de presa. Pero en la ciudad apenas tienen depredadores. ¿Cuántas parejas de halcones hay en Barcelona?, ¿tres, cuatro...? Y las gaviotas empezaron a comérselas en los años 80. Una paloma tonta no tiene miedo de nada. Por eso las atropellan los coches”. Sin ir más lejos, ayer yendo con la bici una paloma chocó contra mi casco y otras dos estuvieron a punto de impactar conmigo, y no era en Barcelonal sinó en Cerdanyola una y Badia del Vallès las otras dos. Quizás fué un castigo divino, porqué me detuve a comprar churros en la parada que hay al lado del campo de fútbol Busquéis Burgos en Badia del Vallés, ciudad natal por cierto aparte de Bussi, de 'el mago Pop'.

Hace años que el Ayuntamiento prohibió a los puestos de la plaza Catalunya la venta de pienso para palomas. Además, de tanto en tanto, el Ayuntamiento pone en marcha campañas de concienciación para que la gente no dé de comer a estas aves. En la ciudad no está vetado alimentar a los animales, pero sí que lo está arrojar comida a la vía pública. De todas formas la cuestión no es tan sencilla como podría parecer. 
No se trata únicamente de convencer a los turistas de que no se hagan estas fotos tan vistosas rodeados de aves en la plaza Catalunya. Muchas personas que alimentan a las palomas de manera regular lo hacen para mitigar su soledad. Su comportamiento es el reflejo de un problema más grave. De hecho, el Ayuntamiento tiene un programa de formación para que los informadores encargados de concienciar a la población tengan muy presentes estas cuestiones.

Plaça de Catalunya a primera hora de la mañana. Hora de desayunar las palomas por lo que se ve.

“En Basilea pidieron a la población que dejara de alimentar a las palomas y consiguieron reducir su población de una manera muy importante –recuerda Sener, el experto–, claro está que allí la gente hace mucho más caso a las autoridades. Yo aqui ni lo probaría.