«Las historias no importan; son todas las mismas desde el Antiguo Testamento» afirma el director de cine húngaro Béla Tarr. Pero si es cierto que en política, al menos en la española, hemos visto situaciones que si importan y pueden considerarse surrealistas. Como, por ejemplo, la solicitud de Juntsxcat al Govern para que se sancione a las empresas que, tras trasladar su sede fuera de Catalunya en el 2017 ante la declaración de independencia que formuló el Parlament, decidan no volver. No fueron unas pocas precisamente, sino varios miles (incluidos bancos, sociedades del Ibex y grandes empresas) las que se fueron por la inseguridad jurídica que se podía generar ante un cambio de marco legal. Claro que Tarr se refería a las historias en mayúsculas, no a histerias de historietas de cómic.

La sanción a las compañías que no estén interesadas en volver y los incentivos a las que se quedaron fue una de las últimas condiciones de JxCat para aprobar los tres primeros decretos del mandato de Pedro Sánchez, que hoy se presentarán en el Congreso. Sorprende que una formación que en origen era de ideología liberal quiera impulsar multas para quienes prefieran tener su sede en una comunidad distinta a la catalana. Los actuales rectores del mundo posconvergente han perdido la memoria, pues no hace tanto tiempo se declaraban liberales y ahora parecen bolivarianos. Claro que han extraviado tantas cosas por el camino que una más tampoco parece importarles demasiado. Máxime si recordamos que ellos mismos, desde el inicio de la fuga, declararon una y otra vez que no tenía ninguna afectación a la economía del país, que solo habían cambiado de sede social. El propio Artur Mas, que como president de la Generalitat fue el impulsor de una Catalunya favorable a los negocios, se sorprendió ayer por la propuesta de sancionar a las empresas que no han regresado, que consideró poco afortunada.

También en las últimas horas tanto el Gobierno catalán como el español rechazaron la última ocurrencia del partido de Puigdemont, por considerarla una gesticulación más de JuntsxCat, que resulta inviable y que no aportaría nada más que recursos ante los tribunales. ERC apoyará los decretos del Gobierno central de los que dependen medidas anticrisis que benefician a la economía y a los ciudadanos. Los republicanos no les ven ninguno de los problemas que perciben los posconvergentes. 

Decía con razón Ines Arrimadas que estos del prucés vivían en Matrix, y, a menudo, lejos de la realidad, y a fe que no andaba desencaminada. Puigdemont acabará con lo que queda de Juntsxcat, siendo una parodia de el mismo, no puedo evitar de pensar en él y compararlo a Peter Sellers con su corneta al principio de 'el Guateque'.