VA DE SELFIES

Ya estamos a 12 de marzo y dentro de siete días será San José. Como cada año, los forasteros que vayan a Valencia por las Fallas podrán visitar los lugares más interesantes de la ciudad: el Micalet, el palco de la Seda, el mercado Central, las Torres de Serranos, la de Quart, la Ciudad de las Artes y las Ciencias. La Albufera, y.... este año podrán, además, hacerse selfies frente al edificio que el 22 de febrero se incendió en el barrio de Campanar. Es la última moda entre los turistas que visitan la capital del Turia. Tan solo dos días después del incendio, un montón de cotillas ya se fotografiaban con la casa carbonizada de fondo. Los vecinos de la zona se hacen cruces de tanta insensibilidad. ¿Cómo se puede ser tan desalmado para viajar desde otras poblaciones solo para contemplar los restos de la catástrofe, y retratarse en ellos para, a continuación, colgar las imágenes en las redes sociales y conseguir unos pocos likes. ¿Y por qué no deberían hacerlo si cada vez que hay una desgracia un montón de personas hacen lo mismo? El 11-S del 2001 lo hicieron los turistas que se encontraban en Nueva York y, desde la costa de Brooklyn, se fotografiaban con los restos del World Trade Center al fondo, humeando al otro lado del East River. Hace dos años fue la erupción del volcán de la Palma, en Canarias, que convocó a un montón de mirones. "Turismo de catástrofe", dice estos días el diario Levante. Solo cuando el diluvio universal no fue posible ir a visitar el lugar de la catástrofe, o estaban sobre el arca de Noé, o se ahogaron bien ahogados. Quiere decir que la tontería del personal viene de lejos, pues por mucho que me lo expliquen soy incapaz de comprender y de entender qué caray sacan de hacerse una selfi frente a un edificio carbonizado donde murió gente. País, que diría Forges.

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