¿PARA QUE SIRVE UN FILÓSOFO?


En unos tiempos de bajeza moral, ausencia de ética, pobreza de lenguaje e insulto y descalificación permanentes, uno echa de menos la agudeza educada de mentes claras que con pocas palabras dejan retratado lo poco de turno. Lea esta delicia: Don Francisco Grandmontagne fue obsequiado con una comida a la que concurrían elementos intelectuales y artistas que querían rendir un homenaje al insigne escritor. En la mesa, ante el señor José Ortega y Gasset, quiso la mala fortuna de que se sentara un business man que mostraba un profundo desprecio por los teóricos, como él decía, y, singularmente, por los filósofos.
- ¿Para qué sirve un filósofo? -decía-. Para nada. En cuanto a mí, creo que la palabra filósofo es un eufemismo que designa a un necio. Por qué, seamos francos, ¿qué diferencia hay, qué distancia separa a un filósofo de un necio?

- La anchura de una mesa –respondió amablemente Ortega.

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