Hay iniciativas que a menudo pasan desapercibidas, quizás porque estarían dentro del rango de buenas noticias, y ya se sabe de good news, bad news. Una de ellas se lleva a cabo en Port Aventura bajo el nombre de Dreams Village, “Hay familias que te dicen: gracias porque hace tres años que no salimos del hospital... Solo esto ya te dice el qué”. Lo cuenta con la voz entrecortada, emocionado, Ramon Marsal, presidente de la Fundació Port Aventura, el alma de Dreams Village. El proyecto nació hace casi cinco años para dar alojamiento a familias con niños gravemente enfermos en el parque de atracciones. El éxito, rotundo y en todos los sentidos, ha animado a sus valedores a prácticamente doblar el espacio de acogida, pasando de seis a diez casas: de poder recibir a 280 familias al año a un total de 420.
“Siento que fue la semana más feliz de mi vida desde que me diagnosticaron la enfermedad. Me he perdido demasiadas cosas”, dice, con una madurez que sobrecoge, Helena Philomene Dahzogbo, de 16 años. Ella fue una de las más de mil personas, entre madres, padres, hijos enfermos y sus hermanos, que vivieron en el Dreams Village. “Fue un sueño”, cuenta su madre, Jeannette Yehouenou. Y añade: “Te dicen venid, disfrutad y olvidad que vuestra hija está enferma.... y así pasó”.
En cinco años habrán disfrutado del proyecto pionero en Europa más de un millar de unidades familiares. Dormir y comer con vistas al Shambala o al Dragon Khan para olvidar temporalmente el sufrimiento, como parte del tratamiento médico desde un punto de vista psicológico.
Que los pequeños de casa estén gravemente enfermos comporta a la fuerza mucha angustia y sufrimiento, cuentan los expertos que asesoran el proyecto. Port Aventura inventó el espacio como lugar donde cargar energía, desconectar del hospital y de los médicos.
La selección de los menores enfermos y sus familias la hacen, desde el principio, en el 2019, tres hospitales de referencia en la materia: Vall d’Hebron y Sant Joan de Déu, en Barcelona, y el hospital infantil Niño Jesús de Madrid. Su implicación ha ido más allá porque a nivel médico el proyecto también quiere ser pionero. Vall d’Hebron empezó en el 2019, en colaboración con los otros centros, un estudio médico para intentar calibrar el impacto de las estancias sobre la salud emocional de las familias y los enfermos.
Los resultados todavía no se han hecho públicos porque la pandemia retrasó la realización de los tests a un total de 80 familias. Se hacen las pruebas justo antes, una semana después y pasado un mes y medio. “Estamos viendo que mejora el estado de ánimo y la ansiedad; también mejora la capacidad para hacer frente a los retos diarios. Sirve para recargar fuerzas a un nivel que no se puede ni imaginar”, destaca Annabella García Morán, psicóloga clínica del Vall d’Hebron.
Los comités médicos eligen a quienes piensan que se pueden beneficiar más, pero el espacio es un problema porque muchos se quedan fuera. Con el objetivo de poder dar alojamiento a más familias, Port Aventura buscó alianzas para la ampliación, con una inversión de más de dos millones. Dreams está diseñado como un pequeño pueblo de diez casas con espacios comunes, como los jardines, una pista deportiva apadrinada por la fundación Johan Cruyff o una zona acuática. Las familias se relacionan y comparten vivencias. “Te das cuenta de que no estás solo, porque muchas veces las familias nos sentimos excluidas”, cuenta una de las madres. Informa para la vanguardia Esteve Giralt.
Publicar un comentario