Loquillo ha cantado esta semana en el Liceu. Entre las canciones que interpretó me quedo con una, con letra de Jaime Gil de Biedma, titulada No volveré a ser joven , que dice en su estrofa final: “Pero ha pasado el tiempo/y la verdad desagradable asoma.” Habla de quienes, siendo jóvenes, quisieron llevarse la vida por delante, pero no han podido marcharse con aplausos. En estos días, la canción suena a alegoría de una generación de políticos que soñaron con la independencia y cuyos dirigentes sufrieron cárcel o expatriación por su intento fallido. Tras un largo proceso, no consiguieron sus objetivos, pagaron una alta factura (también Catalunya) por su aventurismo y ni siquiera han obtenido el aplauso en forma de votos. Tras los resultados del 12-M, se acumulan las retiradas de la política, sobre todo en ERC. Es tiempo de revisar programas, pero sobre todo de renovar liderazgos. Los únicos que no parecen estar por la labor son los políticos de referencia de las dos fuerzas troncales del soberanismo. Oriol Junqueras ha llevado a cabo una dimisión técnica para intentar volver en seis meses, tras recorrer Catalunya y Carles Puigdemont está a la espera de acontecimientos, aunque anunció a Jordi Basté que en ningún caso sería el jefe de la oposición en el Parlament si no ganaba las elecciones, pero sin aclarar si seguiría al frente de su partido.
Fue Jordi Cuixart el primero que dijo hace dos años, al pasar el relevo de la presidencia de Òmnium, que es imperativo que haya nuevos liderazgos en el mundo soberanista y que “la graduación de las gafas del 2007 se tiene que reajustar a la actualidad”. Mucho antes fue Gaziel ( Quina mena de gent som ) quien escribió que hay pueblos que tienen un gran sentido de la orientación, pero hay otros, como el catalán, cuyos dirigentes parece que se entestan en remar contra corriente, topando con los escollos, cayendo en los remolinos y naufragando siempre. Ayer mismo, Jordi Juan, el director de este diario, aconsejaba retirarse a tiempo y se repreguntaba si tenía sentido que Junqueras y Puigdemont siguieran al frente de sus partidos. También lo advirtió Loquillo en su canción cuando canta “dejar huella quería”, sin advertir “las dimensiones del teatro”. Màrius Carol en la vanguardia.
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