El 19 de diciembre del año 2012, Artur Mas y Oriol Junqueras firmaron el acuerdo de Govern que permitió la continuidad del primero como presidente de la Generalitat y la satisfacción del interés del segundo en que se convocara una “consulta soberanista” en el 2014. Siete meses después, el presidente Artur Mas le envió una carta al presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, para comunicarle que quiere hacer esta consulta y que le gustaría que no pusiera obstáculos.
A propósito de escribir cartas, habla Laura Freixas en su artículo de hoy en la vanguardia: "Me he divertido mucho preparando una conferencia para un ciclo sobre correspondencias de escritores, dirigido por Alfredo Taján, en el centro cultural La Malagueta , en Málaga. Escogí comentar las cartas entre Virginia Woolf y Vita Sackville-West, una aristócrata bisexual que le inspiró la novela Orlando. Son textos fantásticos: inteligentes, cariñosos, vivaces".
Al observar al individuo posmoderno, podríamos afirmar que, de todas las transformaciones que sufre, una de las más relevantes es la pérdida de narratividad, la dificultad cada vez más agudizada para explicarse a sí mismo y elaborar un relato. Un mal que, pese a su afectación común, sufren más quienes han nacido en la era digital. Cómo y por qué está pasando todo esto, lo he encontrado muy bien explicado en un libro que acaba de aparecer: Sin relato. Atrofia de la capacidad narrativa y crisis de la subjetividad, de Lola López Mondéjar. Su gran mérito, en mi opinión, es describir muchos fenómenos actuales: fragmentación, aceleración, precariedad, descrédito de las grandes visiones del mundo (religión, marxismo…), concepción utilitaria de las relaciones personales… a partir de un denominador común: la pérdida o empobrecimiento del relato, de la interpretación que hacemos con palabras de nosotros mismos y del mundo.
Es una mutación social tan enorme, que yo no sé cómo afrontarla. Pero al menos en nuestro pequeño ámbito particular, me permito sugerir que, sin abandonar Bluesky, Instagram o WhatsApp, volvemos a escribir largas cartas (aunque las enviemos por correo electrónico) ya llevar un diario íntimo, sugiere Freixas. De hecho, los blogueros ya lo hacemos esto, hay gente que me deja comentarios que son de hecho una carta, y el blog no deja de ser en algunos casos un diario íntimo; aparte de que, enviar una carta por correo electrónico no me seduce, ahora, una carta a mano, escrita con la pluma estilográfica que todavía conservo, dentro de un sobre y con su sello, sí que es sugerente.
Carta de una desconocida de 'Stefan Zweig' me inspiró para escribir 'Fins que cal dir-se adeu', mi primera novela, en la que cada capítulo es una carta. Sería bueno empezar a practicar, un día de estos saltarán los plomos de la nube y nos quedaremos a oscuras en la red. ¡Vamos!, quien se apunta.