Que toda la grada de un estadio de fútbol ensalce al tirano Benito Mussolini haciendo el saludo fascista ha dejado de ser anecdótico: cabe incluir el hecho en una relación de actitudes revisionistas cada vez menos marginales. La semana pasada, el todopoderoso Elon Musk expresó en X su apoyo explícito a Alternativa por Alemania (AfD), partido de ultraderecha que no reniega del nacionalsocialismo, mientras que en todo el arco político global se tiende a normalizar la expresión “deportaciones masivas”. Miquel Molina
La nostalgia por un pasado autoritario no tiene fronteras, en especial –y eso es lo más preocupante– entre los jóvenes. En Catalunya, una encuesta del CEO de este año señalaba que un 60% de ciudadanos de entre 16 y 24 años preferirían vivir en un estado que no fuera “del todo democrático” si a cambio pudieran gozar de un mayor nivel de vida.
Lo vivido el domingo en el estadio de la Juve Stabia (segunda división), en la localidad de Castellammare di Stabia (Campania), abunda en la idea de que sufrimos una pandemia de amnesia respecto a la tragedia europea de la primera mitad del XX, como si los últimos testigos de aquellos años, al morir, se llevaran con ellos la memoria del horror.
¿Se lo estamos poniendo demasiado fácil a la IA con nuestra dimisión intelectual? Como se explica en Deportes, en las imágenes de móvil que han circulado desde el domingo se ve a muchos aficionados de la tribuna bramar “¡Mussolini!” con el brazo en alto cada vez que en un altavoz se pronuncia el nombre “¡Romano!”, en referencia al lateral Romano Floriani Mussolini, bisnieto del aliado de Hitler y jugador del montón que marcó un gol contra el Cesena.
Todo esto sucedía en una ciudad, Castellammare di Stabia, cuya población fue martirizada por unos ocupantes nazis que hasta 1943 se comportaron aquí de forma particularmente salvaje. Una sociedad que ignora las señales que avisan del regreso a un tribalismo devastador no es una sociedad inteligente. Ahora que se anuncia la inminencia de la hora en que la IA superará la capacidad humana (de ello se habla hoy en Sociedad), habría que preguntarse si no se lo estaremos poniendo demasiado fácil al permitir que se desplome nuestro coeficiente colectivo. Sería patético que, al final, el sorpasso de la IA no lo propiciara tanto el avance tecnológico como nuestra propia dimisión intelectual.
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