DONDE AVERGÜENZA IR EN COCHE A TRABAJAR
Ese 20% que separa a Copenhague de su meta hay que buscarlo en una infraestructura que no ha visto la luz: una autovía de circunvalación. “Cuando se diseñó el plan se esperaba contar con un anillo periférico bordeando la ciudad. Pero por motivos de política nacional no ha podido construirse, así que tenemos muchas emisiones del tráfico. Dicho esto, en general el tipo de movilidad es muy sostenible, y eso es claramente parte del puzle para alcanzar la neutralidad”, explica la geógrafa Kristine Munkgård Pedersen, del departamento Técnico de Medio Ambiente del Ayuntamiento de Copenhague.
Las cifras le dan la razón a Munkgård Pedersen. Con una población de 659.350 habitantes, casi la mitad de los desplazamientos para ir a trabajar o a estudiar se hace en alguna de las 750.000 bicicletas que contabiliza la ciudad –cuatro veces más que coches– y por sus 546 kilómetros de carriles bici. “Da cierta vergüenza ir al trabajo en coche. Tienes que tener una buena excusa, vivir lejos o tener una pierna mal porque en la cultura danesa ir en bici es un orgullo. A veces hay campañas para ver quién ha recorrido más kilómetros en un mes y la gente se junta el fin de semana para ir en bici”, cuenta Sonia Tardajos, una socióloga española que lleva 26 años viviendo en Copenhague.
La cultura danesa ir en bici es un orgullo. A veces hay campañas para ver quién ha recorrido más kilómetros en un mes y la gente se junta el fin de semana para ir en bici
También se fomenta el vehículo eléctrico, con la instalación de más parkings exclusivos y más enchufes. “Todo va reduciendo poco a poco el uso del coche”, añade Tardajos. Según datos de la administración local, en 2023 se produjo un descenso en las emisiones del tráfico por carretera atribuible al aumento de la proporción de coches eléctricos. Mientras, las emisiones del transporte público se redujeron en un 20% respecto a 2022. “Los ciudadanos apoyan la movilidad verde, pero las autoridades municipales tienen que garantizar que las infraestructuras sean adecuadas y el transporte público de calidad”, enfatiza Munkgård Pedersen.
Ahora bien, Copenhague no siempre fue un modelo. El urbanista y director de Bloxhub, una plataforma de desarrollo urbano sostenible, Jakob Norman-Hansen, creció en el Copenhague industrial de los años 80 del pasado siglo y recuerda que la capital no era muy habitable. “Contaminada, pobre y con mucha delincuencia, cuando las parejas empezaban a tener hijos se mudaban fuera de la ciudad.
El urbanista recuerda que las cosas empezaron a cambiar en los 90 gracias a un proyecto de reurbanización liderado por un organismo público de nuevo cuño para crear nuevos distritos, construir una línea de metro inexistente hasta esa fecha y levantar infraestructuras. “Se limpió el puerto interior y tanto la actividad portuaria como la industria pesada se trasladó fuera de la ciudad”, explica el experto. El resultado es que ahora en verano el puerto es una opción magnífica para darse un chapuzón. Una app permite a los bañistas consultar la calidad del agua en sus diferentes zonas. “Como en Bilbao, aquí se convirtió una crisis en una oportunidad para transformar la ciudad”, resalta Norman-Hansen.
La urbe también le debe mucho al gran arquitecto danés Jan Gehl, autor de Building cities for people, cuyo trabajo prioriza la escala humana de los espacios para facilitar los desplazamientos, el contacto visual y la interacción social. “Ese nuevo paradigma forma parte de la estrategia del ayuntamiento: considerar la vida urbana antes que los espacios y los espacios antes que los edificios. Y ahora también tenemos en cuenta los límites ambientales para construir en equilibrio con la naturaleza”, resume.
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