UN FUTURO INQUIETANTE


Aunque se diga a menudo, la historia no se repite, pues los contextos siempre son distintos de la misma manera que son diferentes los protagonistas. Eso sí, siempre hay fenómenos y acontecimientos que evocan otros y con frecuencia el resultado de las comparaciones no es tranquilizador. Fèlix Badia en la vanguardia.

Aranceles. Como señala este artículo, los aranceles no han sido inventados por Donald Trump. La imposición de derechos aduaneros es casi tan antigua como el comercio y ha sido evocada como origen de conflictos armados como la Gran Guerra. ¿Puede acabar la actual escalada proteccionista en violencia? Quién sabe. Con todo, la relación entre proteccionismo y enfrentamiento bélico tampoco parece muy clara, aunque, lógicamente, no fomenta la confianza entre países.

Un recuerdo inquietante. Las conversaciones entre Estados Unidos y Rusia para la paz en Ucrania –pero sin Ucrania- recuerdan para algunos un pasado que no debería ser olvidado, el de la conferencia de Munich de 1938 en la que se decidió el destino de Checoslovaquia. O el del pacto secreto entre Von Ribbentrop y Molotov por el que Alemania y la URSS se repartieron Polonia. Dos ejemplos de una historia que no acabó nada bien.

El año de la paz que no fue. El año 2000 parecía un momento propicio para el optimismo, pues había caído el muro y la dinámica global de bloques había terminado. Igual que ahora se hablaba de paz. Un destacado grupo de figuras públicas como el Dalai Lama, Mijaíl Gorbachov, Nelson Mandela o Rigoberta Menchú presentaron un manifiesto pacifista que la ONU adoptó como propio. Todo terminó con el atentado contra las Torres Gemelas de septiembre del 2001.

El nombre de las cosas. Esto de dar arbitrariamente nombre a los accidentes geográficos, como pretende Donald Trump con el Golfo de México –ahora de América- no es una práctica novedosa. La denominación tradicional proviene de los cartógrafos venecianos, líderes en la materia en el siglo XVI, que la difundieron por todo el mundo. Se podría argumentar, claro, que tan arbitraria era aquella como otras. De hecho, los geógrafos peninsulares lo llamaron Golfo de Nueva España.

Hasta el infinito y más allá. Esta animación elaborada por el Museo de Historia Natural de Nueva York ofrece un panorama muy ilustrativo del crecimiento de la población humana en los últimos milenios. ¿Qué ha ocurrido desde la Antigüedad para que la población humana haya pasado de unos 170 millones de personas en el siglo I hasta los 8.000 millones del año 2023? (en inglés pero con subtítulos en castellano)

¿Batalla o batallita? La batalla de Covadonga ha sido transmitida a generaciones de escolares como el momento fundacional de la Reconquista y, con el tiempo, de España. Sin embargo, de la misma manera que la propia Reconquista ha sido puesta en cuestión, también ese choque ha sido puesto en duda. Aunque posiblemente existiera, la trascendencia que se le dio después y su puesto entre los mitos nacionales españoles datan del siglo XIX. Lo explica este artículo de The Conversation.

El Google del siglo XVII. Más paralelismos. El historiador Ted Gioa plantea en su blog un sugerente paralelismo entre Google y la Compañía de las Indias Orientales británica, por el que el gigante tecnológico vendría a ser el equivalente actual a la corporación comercial y militar fundada en el siglo XVII. La Compañía ostentó durante siglos el monopolio de las rutas comerciales asiáticas con Occidente para productos como el té, el algodón o el opio. Obtuvo la soberanía territorial de la India –hasta que pasó a depender directamente de la corona a mediados del siglo XIX- y se calcula que en su cénit la mitad del comercio mundial pasaba por sus manos.

Gioa afirma que lo que fue la Compañía en el comercio lo es hoy Google en internet. “El concepto es simple: si controlas cómo la gente se conecta en la economía, tienes un enorme poder sobre ellos”, afirma. Así, al menos al principio, la corporación británica no tuvo necesidad de contar con fábricas o grandes infraestructuras para controlar el comercio, de la misma manera que el gigante estadounidense no tiene fábricas. Los barcos de la Compañía vendrían a ser los centros de datos de la firma tecnológica.

Otro paralelismo que establece el historiador es la voracidad del crecimiento de ambos conglomerados. En el caso de la Compañía, le llevó a contar incluso con una importantísima fuerza militar propia que controlaba las rutas y administraba grandes extensiones de territorio. En el caso de Google, durante su expansión se ha hecho con el control de otros negocios, en ocasiones de forma espectacular (Gioa menciona Youtube), que han fortalecido su posición de prácticamente monopolio en determinadas áreas. La relación de ambas empresas con el poder político es también clara y la presencia del CEO de Google en la toma de posesión de Trump es reveladora en este sentido.

Lo que no está ya tan claro es que en ambos casos tenga que producirse el mismo final de trayecto, aunque Gioa vaticine que sí. Mientras que el predominio de la Compañía llegó a su fin durante el siglo XIX a medida que iba perdiendo los derechos comerciales y sus prerrogativas administrativas, no parece que se aprecien señales de un fin próximo del reinado de Google.

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