Los países y las personas podrían dividirse en dos grupos: las que creen que la tecnología tiene tantos riesgos que es casi desaconsejable, y las que ven en la tecnología tantas oportunidades que vale la pena, incluso teniendo que gestionar sus inconvenientes. Ha sido siempre así.
Cuando apareció el ferrocarril se dijo que el ser humano no estaba diseñado para ir a más de 30 km/h y que podía causar problemas mentales y pulmonares. Que provocaría incendios en los bosques y volvería locos a los animales por las vibraciones. Que arruinaría a los cocheros, las diligencias y los hostales, destruiría el comercio local y devaluaría las tierras por donde pasasen las vías. Vaya, un desastre para la economía y la especie humana. Incluso Sócrates estaba en contra de la escritura pues consideraba la memoria una cualidad básica, y que si la gente leía en lugar de recordar íbamos mal. Siempre la misma tensión entre la prudencia y la ilusión, el miedo y la esperanza.
Con la inteligencia artificial volvemos a oír debates sobre cuántos puestos de trabajo destruirá, si realmente es tan inteligente, e incluso si la especie humana está en peligro porque nos volverá todavía más imbéciles. Todo esto es cierto: hay riesgos, como también hay oportunidades. Pero también es cierto que el uso sistemático de algoritmos, datos y computación ya es indispensable y no dejará de aumentar.
Acabo de volver de China, acompañando a una expedición de empresarios de Comertia, que han visitado algunos de los principales centros comerciales tanto físicos como en línea de Shanghái, Shenzhen y Hong Kong. Un viaje revelador de cómo es el presente allá y como será el futuro aquí. Todo el mundo se apoya en lo digital para sacar adelante su día a día. Ningún comerciante se imagina su trabajo sin internet, como tampoco lo hacen sus clientes. La conclusión ha sido unánime entre los miembros de la expedición: en China la tecnología forma más parte de la solución que del problema. En Estados Unidos pasa lo mismo. Pero no en Europa. Hablamos del estado de ánimo de toda una sociedad. China está eufórica, EE.UU. están convencidos y Europa está cansada y quejosa.
En el viaje a China hemos visitado, entre otras, las sedes de Huawei, Alibaba, Tencent, Haier, Hema, Yun Na Tech, Bao Zun y en todas partes nos han atendido responsables por debajo de los 40 años, con un nivel altísimo de conocimiento, energía y convicción. En Europa casi todo está en manos de gente 20 años mayor, sin tanta energía, pero sobre todo sin tanto conocimiento y convicción sobre la tecnología. Uno de los responsables de Bao Zun, una compañía impresionante, nos explicaba los muy buenos resultados comerciales del Día del Soltero y al preguntarle, por comparar, cuáles eran los resultados de un mes normal respondió: “los meses normales no nos interesan, trabajamos para que ningún mes sea normal”.
No es solo la tecnología, también es la actitud. No tienen miedo y se quieren comer el mundo. Genis Roca en la vanguardia.


Mitad y mitad.
ResponderEliminarCon la amenaza hoy latente de gobiernos ultraradicales en el mundo, no me inspira confianza una tecnología controlada por esa gente. La culpa no es de los avances técnicos sino de los que pueden usarlos tan sólo en su propio beneficio. Estoy viendo ahora mismo un ejército formado por robots y clones. Da miedo imaginar nada.
Perdón, quise poner "ultrarradicales".
ResponderEliminarEn China, el control de los ciudadanos es casi total, y el reconocimiento facial está por doquier, y aqui también nos llegará. En cuanto a lo del ejército, los drones son la precuela. Pero ya hay robots y clones soldado aún no del todo evolucionados.
ResponderEliminarhttps://www.youtube.com/watch?v=eFe1ccqI6U8