No entiendo como todavía no le han dado el premio Nobel de economía a la Isla Tórtola, una de las islas Vírgenes del imperio Británico. A finales de los años 70 las autoridades de esta industriosa y trabajadora isla crearon un marco legal para que se transformara en uno de los principales paraísos fiscales del planeta.

Actualmente hay cerca de 700.000 compañías inscritas en las BVI, de las cuales 400.000 están activas. Cada una  de estas compañias paga un mínimo de 350 dólares al año. La inscripción es un sello que autoriza a la empresa a realizar operaciones financieras en la isla. Con esta estructura, servicios financieros y turismo son los principales ingresos de este país que no supera los 30.000 habitantes. Que tomen nota nuestros dirigentes de cómo se levanta de la nada todo un país próspero y ecológicamente sostenible.  Seguro que sus bancos no tienen activos tóxicos ni tienen tampoco problemas con la prima de riesgo.