Un filósofo puede, debe y suele ser un ciudadano pacífico: aunque habitualmente es un hipocondríaco inofensivo, que traduce su mal humor en bellos sistemas de ideas. Sin embargo, nunca se sabe en qué pueda parar su especulación. En un último término, la operación del filósofo consiste en inventar... - "inventar" - respuestas para algunas preguntas afligidas que casi nadie deja de hacerse. Respuestas y preguntas que él, teorizante y no poeta, traslada a un plano abstracto y universal. Y es que no es imprescindible una enfermedad del hígado - o del páncreas o de lo que sea - para filosofar o para escribir poesía, que viene a ser la misma cosa (rimas y amenidad aparte)


Joan Fuster