LA SACRALIZACIÓN DE LAS IDEAS


Cuando en el debate social y político alguien te dice que una determinada idea es sagrada, o te arrodillas allí mismo y la veneras, o tienes que entrar inevitablemente en el terreno del enfrentamiento. No hay alternativa. Pero cuidado, porque obviamente serás visto como un enemigo a eliminar, no como un adversario. Como es obvio, lo sagrado no se discute ni se negocia.

El término fanatismo, proviene de "fanun" que significa santuario, templo, y recoge muy bien esta realidad. Si osas contradecir la idea sagrada estás profanando el templo. Dentro de la justificación de la violencia, verbal, emocional, o incluso física contra el profanador hay sólo un paso.

Por esta razón, introducir este planteamiento del sagrado en el debate social y político, más allá del terreno de la mística del que procede, es muy peligroso. Sin embargo no es raro oír decir, incluso a personas que en otras áreas tienen una actitud mucho más abierta y tolerante, que ideas como el mercado, la unidad de la patria, la lengua... son sagradas.

Porque, en una negociación social o política, se han de diferenciar lo que son las denominadas líneas rojas, que en último término se pueden mover o cambiar de color, lo que es entrar en el área del sagrado que está más allá de la razón y la lógica. Aún en el caso de que la línea roja no se negocie, sea inflexible, el conflicto se encuentra en el terreno de los intereses, de la argumentación, no lo sagrado. El sagrado antepone al profano (lo que está fuera del templo, de la verdad), y lo considera un pecado, de ahí el término profanación, el mayor de los atentados posibles, en contra de todo lo que está justificado.

Por lo tanto se debe diferenciar el terreno de la espiritualidad, de la mística, una dimensión humana muy relevante y sobre la que nos queda mucho por aprender y entender desde la antropología, la psicología, la psiquiatría ... de lo que es el fanatismo, una auténtica perversión de los valores de la espiritualidad y la mística que resaltan la idea de comunicación y unión.

Ligando estos planteamientos con los de mi anterior artículo "la sociedad narcisista", considero que si hay algo que hoy se considera sagrado es el yo del sujeto. Nada puede hacer sombra a las necesidades (muchas veces necesidades inventadas por la sociedad de consumo), los deseos, incluso los caprichos del sujeto. Estamos construyendo en el marco de una sociedad estructurada en torno al consumo un "Yo-sagrado" por el que cualquier limitación es vista como un ataque. Un Yo-sagrado por el que el contexto, las necesidades de los demás y de la sociedad, cuando chocan con sus deseos, son vividos como una profanación.

jachoteguil@gmail.com
Joseba Anchotegui
publico.es

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