LA GENERACIÓN SILENCIOSA



A los nacidos entre 1926 y 1945 se nos considera la Generación silenciosa; a mí, por un año me tocó, pues si hubiera nacido en 1946 sería de la generación de los Baby boomers, que apetece más, y hace más moderno con el anglicismo que ya se ve que viene de viejo.

Se nos ha acusado a menudo a los que éramos jóvenes en los 70's de ser excesivamente trascendentes, cuando no esotéricos, preocupados por la quintaesencia de las cosas, demasiado concienciados socialmente, utópicos o de vivir en las nubes, rebeldes del no posible o apóstoles de la demagogia. Una pizca de todo hay, y es cierto que andábamos sobrados de inocencia, también un poco mareados con onirismos hinduistas, humos mareantes y una enorme capacidad de absorber todo cuando llegaba a nuestros sentidos, viniera de donde viniera y siempre y cuando no fuera excesivamente lógico. Nos dejamos perder por caminos confundidos y dejar también tomar el pelo por más de uno (Lobsang Rampa y algún otro), pensamos que era posible el retorno de los brujos, y que existía un realismo fantástico, que todo era posible si se creía firmemente, que se podía cambiar el mundo y encontrar la playa bajo los adoquines, que se tenía que prohibir prohibir y que podíamos conseguir ser unos seres libres. Y más cosas en las que creíamos que incluso da un poco de vergüenza recordarlas ahora que han pasado todos estos años. Quizás absorbimos demasiada información en poco tiempo, pasaron demasiadas cosas en aquellos años de nuestra juventud, todo era nuevo y se movía a toda prisa, todavía no habías acabado de digerir una experiencia cuando ya aparecía una nueva, además a todos los niveles, musical, cinematográfico, literario, sexual, social... Todo ocurría con una enorme rapidéz, solapándose a menudo, y finalmente resultó de mal digerir y no fuimos capaces de salirnos con la nuestra, acabando perdidos en medio de la superficialidad actual, seducidos por los cantos de sirena del bienestar y confundidos al no entender que habíamos hecho mal o que no habíamos sabido hacer lo suficiente bien. Y han pasado cuarenta años de aquellos sueños rotos o desperdiciados, todo ha seguido igual o peor, no se ha alcanzado casi ningún hito de los perseguidos, al contrario, cada vez disfrutamos de menos libertad y estamos más fuertemente vigilados, por no decir sometidos por unos Estados obsesionados (aparentemente) por nuestra seguridad, que hacen que ésta peligre todavía más y sea más dificil de preservar nuestra intimidad. Después de cincuenta años como suele pasar y ya viene viejo, queríamos comernos el mundo y éste se nos ha zampado, engullidos por la maquinaría burocrática capitalista que nos ha relegado a ser uno más, dentro de la nada que somos los ciudadanos, en medio de este engranaje pernicioso que compra voluntades e ideas con el poder del dinero y la aparente seguridad. Queríamos la libertad y acabamos pagando una hipoteca a treinta años para vivir en 70m2, (suspendidos en el aire normalmente), consumiendo como posesos y yendo de vacaciones a lugares inverosímiles.

Decía no recuerdo quién que si hasta los treinta años no eres anarquista eres un idiota y si lo eres a partir de los treinta también lo eres. Esto no quiere decir que no haya habido avances en muchos aspectos, pero no llegaron a colmar las expectativas que se generaron, ni mucho menos, a pesar de ello, sigue vigente aquello de que cualquier tiempo pasado fue peor. En el fondo, el problema de mi generación es que ya no somos anarquistas pero se nos ha quedado igualmente cara de idiotas, y sigue estando todo por hacer, o casi, pero también hay que decir que todo es, todavía... posible.
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2 comentarios:

  1. Yo soy de la generación siguiente, cosecha del 53, el año en que acabaron las cartillas de racionamiento. Os tocó vivir un tiempo más duro. Igual que el mío lo fue si lo comparamos con los chavales de los 60, pues cuando murió el pájaro todavía eran unos críos, y no llegaron a sufrirlo.
    Saludos.

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  2. No vi de pequeños las cartillas de racionamiento, quizás porqué mi padre trabajaba en un almacén de venta de aceite, y tenia contacto con la Academia de la Guardia Civil, digamos que se repartían los favores, aceite a cambio de lo que hiciera falta.

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