En España la política está demasiado polarizada y crispada. Pero no más que en otros países. Recordemos a Pío Cabanillas: "¡Cuerpo a tierra, que vienen los nuestros!". O el republicano Estanislau Figueras a sus ministros: "Señorías, les seré sincero: estoy hasta los cojones de todos nosotros". O aquello de, hay amigos, enemigos, saludados y compañeros de partido.
El fenómeno no es nuevo, ya José Ortega y Gasset acertó a decir la siguiente frase en una sesión de las Cortes de 1931: “No hemos venido aquí a hacer el payaso, el tenor ni el jabalí”. Viendo lo que acontece en cada sesión del Congreso, podríamos creer que las tres especies siguen en la Cámara. Especialmente, los jabalíes, término que pasó a aplicarse a los diputados que promovían escándalos o aporreaban los pupitres para impedir que se escucharan las intervenciones de los oradores. Algunos incluso acudían a las sesiones provistos de silbatos para abroncar a sus adversarios. Su portaestandarte era el ministro de Justicia Álvaro de Albornoz que enarbolaba lemas como “no más abrazos de Vergara, no más pactos del Pardo… si creen que pueden hacer la guerra civil, que la hagan” para justificar la disolución de la Compañía de Jesús, la supresión del presupuesto de Culto y Clero y demás medidas contra la Iglesia.
Lo curioso es que los jabalíes se sentían orgullosos de ser calificados con este mote, así que no es de extrañar que en cada partido, aún en nuestros días, haya quien se considere como tal para hacer méritos ante la dirección.
¿De qué viene la crispación de ahora? Políticos que han compartido escaño y han comido juntos se lanzan demonios por la boca. La causa no es la oposición derecha/izquierda: hace tiempo que no queda claro este concepto. Ni la persistencia de las dos Españas, y menos hay que atribuir la polarización a cuestiones de familia o religión. Tampoco la geografía, por ser unos del centro y otros de la periferia. Y sigue habiendo, sí, ricos y pobres, explotadores y explotados, pero no es la causa de la contienda. Se habla de la psicología cainita del pueblo español, lo que no deja de ser un tópico. El rencor y odio como la estupidez son universales, lo que pasa es que la política aparte de judicializarse, se ha futbolitzado, como consecuencia la política hooligan del insulto, de la descalificación está a la orden del día y tiene que ver con la falta de formación democrática en España y, sobre todo, en la dificultad de aceptar del pluralismo, de intentar entender al otro, o al menos escucharlo y tratar de rebatir sus argumentos con otros argumentos, pero para eso es necesario un nivel democrático y intelectual del que carecen nuestros políticos, que con sus limitaciones transforman el parlamento en un gallinero. La estofa es baja, muy baja y sólo faltaban los de VOX para acabar de bajar el nivel. Por eso los ciudadanos llegados a este punto, nos identificamos con el bueno de Estanislau y les decimos a esta tropa de correveidiles, Señorias, estamos hasta los cojones de todos ustedes.
Y macacos, muchos macacos.
ResponderEliminarUn saludo.
y mamporreros y cagabandurrias y mamabandurrias y joputas...
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